El niño ya creció. Qué difícil es que los conservadores se den cuenta de que nuestra República entró ya a la cuarta edad, y que México es ya un país Maduro. Un país Maduro no necesita tres poderes, si el Poder Ejecutivo es fuerte y tiene el apoyo mayoritario del pueblo bueno, el Legislativo y el Judicial salen sobrando. Solo las democracias incipientes gastan el valioso dinero de los contribuyentes en legisladores y jueces, en lugar de destinarlo íntegro a los programas sociales, que además de ayudar a la gente, crea una clientela cautiva que permita que un buen gobierno, como el que en este caso tuvo el presidente López Obrador, tenga una continuidad infinita, desde luego, mediante una elección libre cada seis años.
En los países Maduros cualquier persona honesta del pueblo puede ser juez, diputado o senador, y, como son muchos los que podrían estar interesados en servir a la nación, para eso se inventaron las tómbolas, y solo se requiere de una mano santa.
Un país Maduro no necesita partidos de oposición, pues estas agrupaciones políticas solo se dedican a la crítica y a señalar todo lo mal que lo hace el gobierno, pero no aportan nada a las soluciones, siempre será mejor un partido único, y eso, solo se puede lograr en una país muy, pero muy Maduro. Un país Maduro no necesita de un Instituto Nacional Electoral (INE) autónomo. Quién más confiable que la Secretaría de Gobernación, para comandar un órgano electoral que se haga cargo de la realización de los comicios cada tres o seis años. Habría un gran ahorro, las elecciones no serían tan costosas como ahora, pues en lugar de 11 consejeros electorales, es necesario que la secretaria o el secretario de Gobernación, junto con un equipo de apoyo de la propia secretaría instalen las casillas, cuenten los votos y antes de que anochezca den a conocer el resultado, y quizá ahora que el buen Manuel Bartlett concluyó con su servicio a la patria como director de la Comisión Federal de Electricidad, pueda ser sumado a ese equipo electoral, pues su experiencia en la materia y su honestidad a toda prueba, serían elementos de gran legitimidad a los comicios, y de tranquilidad para los ciudadanos.
Un país Maduro no necesita un Instituto Nacional de Transparencia, pues todos, absolutamente todos los miembros en la escalera del gobierno, desde arriba hasta abajo, son transparentes y blindados contra la corrupción. Todos los funcionarios juran sobre una cartilla moral no robar, no mentir y no traicionar, que mejor garantía de honradez podría haber. Gastar en un órgano de transparencia es tirar el dinero a la basura, pues en un país Maduro, a diario, el Presidente sale a encarar a los medios de comunicación en una conferencia de prensa, y, dado que la rendición de cuentas es una prioridad, no importa que el Mandatario tenga que dedicarle horas a esa conferencia, así sea la única actividad que tenga en el día. Un país Maduro es aquel en el que la Fuerzas Armadas intervienen en todos los ámbitos de la vida pública. Los militares del Ejército y la Marina son policías; se encargan de las aduanas; son la patrulla fronteriza; son constructores de trenes, aeropuertos y sucursales bancarias; venden gas y están listos siempre para cualquier tarea que al titular de Poder Ejecutivo se le ocurra encargarles.
Un país Maduro, es aquel que solo se entiende bien con países de un selecto club con el mismo nivel de Madurez, y, por el momento, son pocas las democracias que están al nivel que en solo seis años ha alcanzado México, acaso, Rusia, Cuba, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte, y párele de contar. Y con todas esas naciones maduras se tiene una excelente relación. Quizá lo más importante: un país Maduro no se enfrenta con el crimen organizado, no reprime a los cárteles de la droga y no persigue a los extorsionadores, pues la madurez se demuestra dando abrazos, no balazos. Y un país Maduro no puede permitir que venga un gobierno extranjero imperialista a llevarse a sus capos, pues los señores serán muy narcotraficantes y muy asesinos, pero son sus narcotraficantes y sus asesinos, y con ellos nadie se mete. ¿A poco no es a todo dar vivir en un país Maduro?
ME CANSO GANSO. – La herencia de AMLO a Sheinbaum.
Una amenaza de Washington de que si la reforma al Poder Judicial, e incluye la elección popular de jueces, es aprobada la cooperación económica estará en riesgo y que será considerada como una ayuda a los cárteles de las drogas, y miles de trabajadores en las calles protestado por la misma reforma, es parte de herencia que el presidente saliente le deja a la primera mujer presidenta en la historia de México.