Primero que nada: en México ya no hay masacres. Que le quede claro querida lectora, querido lector.
Una vez dicho lo anterior, recuerde que antes, en el periodo neoliberal, con Felipe Calderón y con Enrique Peña Nieto, el Ejército disparaba contra civiles que no se detenían en los retenes y acababa matándolos. Ahora, los soldados siguen disparando contra civiles y matándolos, como sucedió el domingo pasado en Nuevo Laredo, pero no es lo mismo. Aquellos elementos pertenecían a regímenes corruptos y no respetaban los derechos humanos, los de ahora, son soldados de la transformación y sirven a un gobierno que ya erradicó la corrupción. Desde luego, los muertos son los mismos, el pueblo, pero los militares son diferentes.
Los de antes, eran los muertos de la guerra de Calderón, los muertos del sistema corrupto de Peña Nieto, pero los de hoy, son muertos del cambio, de la transformación, los muertos del bienestar.
Quién los entiende señores conservadores. Quieren balazos y no abrazos, pero ahora que el Ejército echa bala se molestan. Piden mano dura, y cuando la tropa se pone dura, la critican, la hacen pedazos con sus sesudos análisis conservadores.
Dicen que no hay mano dura, pero cuando soldados del Ejército Mexicano quieren hacer cumplir el reglamento de tránsito del municipio de Nuevo Laredo, a los fifís no les gustan los modos que utilizan. En el caso de la madrugada del domingo, los soldados vieron circular una camioneta que cometía varias infracciones: era conducida a exceso de velocidad, sin luces y sin placas de circulación, y por eso, decidieron actuar a plomazo limpio. Luego de que la camioneta chocó con un vehículo que se encontraba estacionado, los militares dispararon contra los siete tripulantes y mataron a cinco de ellos.
La ley es la ley y si usted va a una fiesta, bebe, maneja a alta velocidad, no enciende las luces de su camioneta y no le pone placas a la troca, se expone a recibir una lluvia de plomo de los soldados que están patrullando las calles para garantizar la tranquilidad de los ciudadanos.
Además recuerde, si Calderón no hubiera iniciado la guerra contra el narco, si no hubiera contratado y tolerado a Genaro García Luna y si Peña Nieto no hubiera continuado con el uso de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública y no hubiera encabezado un régimen corrupto, no sería necesario que hoy los soldados estuvieran en las calles, haciendo el trabajo de las policías civiles, que dicho sea de paso, pareciera que están en proceso extinción en varios estados y municipios del país.
En algún momento de este año, se superará el número de homicidios dolosos que se cometieron durante los seis años de gobierno de Peña Nieto, que fue de 156 mil. Los cometidos en el sexenio completo de Felipe Calderón, 120 mil, ya fueron superados en esta administración desde el año pasado. Si usted sólo se queda con el número frío y hace una lectura de conservador, podría decir que en cuatro años el gobierno del presidente López Obrador superará la brutal cifra de toda la administración Peña, y, que a la Cuarta Transformación le costó solo poco más de la mitad del tiempo llegar al número de homicidios que se cometieron en régimen calderonista.
Sin embargo, esto no es así. Le recuerdo que aquellos muertos se dieron bajo regímenes neoliberales, racistas y clasistas, en los que gobernaba una oligarquía, en donde no se pensaba primero en los pobres, en los que el gabinete de seguridad no comenzaba a trabajar a las seis de la mañana, era otro país. Hoy, los muertos se dan en una nación en la que por el bien de todos primero se atiende a los pobres, en la que se construyó en tiempo récord el mejor aeropuerto de América Latina, en donde habrá un nuevo tren y una nueva refinería y en donde contamos con el segundo presidente más popular del mundo, eso hace toda la diferencia, ¡carajo!
A los anteriores gobiernos les faltó legitimidad para acabar la corrupción y las masacres por decreto, pero el actual sí sabe para qué sirven los altos niveles de popularidad en las encuestas, y la corrupción, las masacres, y hasta el desabasto de medicamentos, se acaban cuando lo dice el Presidente.
Así que, por favor, no se confunda, ya no es lo mismo, no son iguales, los de antes eran los muertos del sistema corrupto, y los de ahora, son más, pero son los muertos del régimen del cambio, de la Cuarta Transformación de la vida nacional, son los muertos del bienestar.
ME CANSO GANSO. - Por fin, la oposición ya tiene un posible candidato fuerte para la Presidencia. Así como lo lee, aunque para la oposición conseguir un candidato presidencial competitivo ha resultado más difícil que conseguir agua potable en Iztapalapa, la espera por fin ha terminado. De manera providencial, ha aparecido un personaje más necio que el presidente López Obrador, quien se vanagloria de ser necio. Se trata del CEO de Tesla y Twitter, el magnate sudafricano Elon Musk, quien le ganó a AMLO y lo hizo cambiar de opinión y permitir la instalación de una planta de su fábrica de automóviles eléctricos en Nuevo León. Como usted sabe, el presidente había dicho que la planta de Tesla se podría instalar cerca del Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, o en el sur del país, pero no en Nuevo León. Y, como para necio se necesita necio y medio, don Elon dobló al mandatario -quizá ayuda que además de ser necio es el hombre más rico del planeta-. Así, bien harían los partidos de oposición en buscar al empresario para ver si quiere ser su corcholata y tener la nacionalidad mexicana, es un impedimento, pero hay que tomar en cuenta que él nació en Pretoria, Sudáfrica, pero también posee las nacionalidades estadounidense y canadiense, por lo que quizá con un poco de necedad podría lograr un cambio a la Constitución y convertirse en corcholata. Recuerde que, si lo Aluxes existen, nada en esta vida es imposible.
Por cierto, este Arlequín está de vuelta…
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