"Si voy, porque voy; si no, porque no. Ningún Chile les embona", exclamó la princesa Anita. Y, cómo no va a estar enojada, Ana Gabriela Guevara si no le dan tegua. Ojalá, usted querida lectora, querido lector, no sea de aquellos malos patriotas que criticó a Ana por haber ido a Paris en un vuelo de clase ejecutiva en Air France. ¿Qué quería? ¿Qué volara en Mexicana? ¿Qué despegara del AIFA? Si alguien se merece algunos lujillos, es precisamente ella, que tanta gloria ha dado a México.

Quienes la criticaron por el oneroso boleto de avión le deben ofrecer una disculpa, pues ella pagó de su propia bolsa el pasaje aéreo y usted no sabe los sacrificios que pudo haber pasado para viajar como una verdadera VIP. Usted qué sabe cuántos calzones o cuantas piezas de Tupperware, tuvo que vender para poder pagar su asiento de 150 mil pesos en Air France. En vez de que la hagan garras, le deberían reconocer que en apoyo a la austeridad republicana, que mandata y profesa el presidente López Obrador, ella le ahorró al gobierno un boleto de avión y muchas comidas, pues se le vio gozando de restaurantes de lujo, que, al igual que el vuelo, pagó de su bolsillo, pues ella se come lo que gana, y come donde le da su “chingada gana”. “Todo lo que gano me lo trago, me lo unto y me lo visto como me da mi chingada gana", dijo. Y antes de que comience a hacer cuentas y que diga que su sueldo como titular de la Conade, no lo alcanzaría ni para pagar ese boleto de avión, recuerde que ella tiene otros ingresos y que las acusaciones que se la han hecho de desvíos millonarios durante su gestión son una más de las infamias que han inventado quienes envidian su éxito y su léxico.

Ana Guevara en conferencia de prensa - Foto: Conade
Ana Guevara en conferencia de prensa - Foto: Conade

He sido objeto de “ataques, vituperios, mentiras, calumnias, engaños… pero mientras más me chingan, más me crezco", dice Ana a sus críticos. Uno de esos vituperios a los que se refiere, lo vivió con las reacciones que se generaron por su postura a la denuncia de las integrantes del equipo olímpico de nado sincronizado, quienes acusaron que la Conade les había suspendido, desde febrero de 2023, los pagos mensuales de las becas y apoyos económicos y tuvieron que vender trajes de baño para poder pagar su preparación para poder participar en los Juegos Olímpicos de París 2024. “Por mí, que vendan calzones”, dijo con toda propiedad Guevara a las nadadoras, y luego amplió sus amables recomendaciones a las sirenas olímpicas. “Quieren seguir vendiendo trajes de baño, adelante, que también vendan Tupperware y Avon, y todo lo que puedan en catálogo, porque la Conade no va a dar dinero para ellas. Si ya están vendiendo trajes de baño y calzones, tal vez Avon les deje mayor rédito…”. Y luego de esas declaraciones nuevamente se le vino una cascada de críticas, una verdadera sinrazón, pues críticos y atletas le debieron haber dado las gracias por la publicidad, que les ayudó a vender muchos trajes de baño, y ahora, además de deportistas olímpicas de clase mundial, se volvieron unas emprendedoras. Pero a Ana, las críticas no solo la han perseguido como funcionaria pública. La velocista, originaría de Sonora, también fue legisladora y en esa patriótica actividad no estuvo exenta de reproches. De 2012 a 2018, Ana Gabriela fue senadora de la República, y desde su primer día de trabajo estuvo bajo fuego. Justo el día de la toma de protesta doña Ana llegó muy temprano, pero el problema fue que se equivocó de lugar, pues en vez de acudir a la Cámara de Senadores, llegó a la Cámara de Diputados. Cuando se dio cuenta de la diferencia entre un diputado y senador, salió corriendo al Senado y llegó a tiempo para tomar protesta. Las lenguas viperinas se soltaron en su contra acaso de manera exagerada, pues senadora o diputada da lo mismo, ambas son legisladoras. Pero, ni las críticas, ni las cuatro carpetas de investigación abiertas por presuntos actos de corrupción durante su gestión en la Conade, ni ataques, vituperios, mentiras, calumnias, engaños, son suficientes para borrar la hazaña de Ana Guevara logró aquel día de agosto de 2004, cuando en los Juegos Olímpicos de Atenas logro, en una reñida pelea con la corredora de Bahamas Tonique Williams, ganar la medalla de plata en los 400 metros planos. Pase lo que pase, diga lo que diga, coma lo que coma, se unte lo que se unte, vista lo que vista, lo pague como lo pague o hable como hable, Ana Guevara seguirá siendo una princesa, una princesa de plata. ¡Imagínese si hubiese ganado la de oro!

ME CANSO GANSO. – Ave de Corral o pájaro de cuenta.

Aunque, por decreto el presidente Andrés Manuel López Obrador erradicó el influyentismo (entre otros flagelos como la corrupción), cómo se le podría llamar al hecho de que un exgobernador de Chihuahua que está cenando en un restaurante de la capital del país le llama por teléfono al fiscal de la Ciudad de México para que vaya a impedir que se cumpla la orden de aprehensión que un juez le giró por el presunto delito de peculado. El fiscal se apersona en el restaurante, les dice a los elementos de la fiscalía de Chihuahua que no se pueden llevar al exgobernador, lo sube a su camioneta y lo rescata. ¿En el nuevo diccionario de la 4T cómo se debe llamar a este acto de influyentismo y violación de un mandato judicial?

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