No sé a usted amable lectora, amable lector, pero a este Arlequín ya le está entrando la nostalgia. Parece que fue ayer, pero ya son casi seis años de que la Cuarta Transformación dio inicio, y aunque podría continuar, el primer minuto de octubre nos quedaremos huérfanos del padre, pues el creador de la 4T, como el demócrata que es, entregará el poder. Aún no se ha ido, y ya se le comienza a extrañar.
Inexorablemente, Andrés Manuel López Obrador saldrá de Palacio Nacional el último día de septiembre, pero, eso sí, se irá con la satisfacción de haber cumplido con todos sus compromisos, e incluso haber hecho más de lo prometido en 2018.
Si usted da una mirada al espejo retrovisor y ve el México de hace seis años, podrá aquilatar la obra titánica de AMLO.
Y, para muestra, algunos botones: En menos de un sexenio acabó con la corrupción. No había peor cáncer en la sociedad mexicana que el de la corrupción. ¿Se acuerda del México de hace seis años en el que los políticos se robaban el dinero y en el que cobraban moches a cambio de otorgar obras y contratos? ¿De aquel país en el que los funcionarios públicos tenían mansiones en México y el extranjero y cuentas bancarias en paraísos fiscales? ¿De cuándo los hijos de los presidentes y funcionarios públicos hacían negocios al amparo del poder de sus padres? Qué diferencia del México de hoy.
¿Recuerda el México anterior a la 4T en el que usted tenía que batallar con el sistema público de salud? ¿Se acuerda de aquel país neoliberal anterior al 2018 en el que iba al IMSS o al ISSSTE y no había medicinas? ¿O cuando tenía que esperar meses para una cirugía o una tomografía?
Cierre los ojos y vea el México de hace seis años, cuando había inseguridad, homicidios, feminicidios, extorsión, secuestro, robo en el transporte público. Ahora, ábralos y vea qué diferencia con el México de 2024, donde la paz y la seguridad son envidia de los países más desarrollados del mundo.
¿Se acuerda de aquel país dónde año con año las gasolinas subían? Y aquí, mucho ojo y no se me deje engañar, pues, sí es cierto que en noviembre de 2018 la gasolina costaba 19.31 pesos, y para abril de 2024 teníamos que pagar 23.54 pesos por litro, pero, en realidad, el precio no ha subido. Lo que ha subido es la inflación, por lo que, aunque usted pague en la gasolinería casi 5 pesos más por litro, en realidad la gasolina cuesta la mismo que en 2018, y, con todo respeto, si usted no entiende que, aunque esté pagando más que hace seis años por llenar su tanque de gasolina, en realidad es el mismo precio de 2018, es porque es usted un conservador.
Pero, si por algo será recordado el Presidente, y su gobierno, es por las obras emblemáticas que llegarán para la posteridad. Cómo no agradecer siempre el regalo que nos dio a los mexicanos con la de Dos Bocas, en Paraíso, Tabasco, tierra de grandes próceres de la patria.
Esta obra es tan grande, como la injusticia de los conservadores que critican al Presidente y a la secretaría de Energía, Rocío Nahle, por no haber terminado aún la refinería y por decir que se incurrió en un gran sobrecosto. Las críticas, desde luego de mala leche, se dan solo porque se dijo que la obra costaría 8 mil millones de dólares, y ya se ha gastado en ella 16 mil millones de dólares, sin que aún pueda refinar ni un solo litro de petróleo. Es cierto que la obra se ha retasado un poquito, y que ha salido alguito más cara, pero es que se trata de una construcción que bien podría convertirse en la octava maravilla del mundo moderno y premio mundial a la ecología. Y construir este tipo de obras magnas no es cómo decir “enchílame esta gorda”, o como diría el Presidente,” hacer tamales de chipilín”.
“Dicen que la refinería de Dos Bocas, sí, sí sí, está tardando, porque no son tamalitos de chipilín, o guajolotas, o tlayudas. Pero ya va a empezar a producir en unos días más”, prometió, a finales de abril, el jefe máximo de la 4T.
Y váyase preparando pues pronto usted gozará de su refinería de 16 mil millones de dólares, y en septiembre, antes de que él se vaya a descansar y a escribir libros a su rancho en Palenque, usted tendrá, por fin, su sistema de salud como el de Dinamarca, con un servicio que hasta ganas le darán de enfermarse para que lo consientan y apapachen en los hospitales públicos.
“Es un compromiso que en septiembre vamos a tener el mejor sistema de salud pública del mundo. Ya lo dije: el que ríe al último, ríe mejor, porque se burlan de los conservadores. Como ellos no creen en la salud pública ni en la educación pública, ellos quisieran que la salud fuese una mercancía, y nosotros consideramos que la salud es un derecho que tenemos todos, y vamos hacia el Estado de bienestar. ¿Y qué es eso? Bueno, que si nos enfermamos tengamos un médico, y nos puedan hacer los estudios, y nos puedan intervenir, y nos den todos los medicamentos, y que nos atiendan buenos especialistas, y que todo sea gratuito”, dijo hace unos días el presidente AMLO.
Así que, a reír se ha dicho.
ME CANSO GANSO. Los intelectuales dan color.
Esta semana un grupo de 270 intelectuales y artistas expresaron su apoyo a Xóchitl Gálvez, pero la Cuarta Transformación, tiene con qué hacer frente a los opositores, pues Claudia Sheinbaum también tiene a sus lumbreras que la apoyan. Para su Krauzes, Aguilares Camiones y Bartras, la 4T tiene a sus Lores Molécula, Epigmenios Ibarra, Arturos Zaldívar y otros moneros más.