Son días violentos y de una crueldad desaforada hacia las mujeres mexicanas . Ya no son sólo las terribles cifras de feminicidios —más de mil en 2021 y 87 el mes pasado—, sino los monstruosos métodos que sus verdugos han elegido para acabar con la vida de ellas: arrojándoles ácido, mutilándolas o quemándolas vivas.
De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud, recogidos por Eréndira Aquino (Animal Político, 26-VIII-2022) en el primer semestre de este año fueron quemadas deliberadamente 47 mujeres en nuestro país. A esta escalofriante cifra se suma la de la impunidad: para empezar, sólo poco más del 59 por ciento fueron objeto de una denuncia ante el Ministerio Público, y de esos la gran mayoría de los responsables no han sido castigados.
Los más recientes casos son los de Luz Raquel Padilla , en Jalisco, y Margarita Ceceña, en Morelos, ambas quemadas por personas que hasta el momento permanecen en la impunidad. ¿Por qué fueron asesinadas? “Por el solo hecho de ser mujeres”, responde con candidez un sector del activismo feminista. Pero francamente esta respuesta no es suficiente (menos aún cuando en por lo menos un caso, el de Margarita, se ha confirmado también la participación de dos mujeres).
Por su parte, nuestro Presidente “humanista” ya encontró la respuesta que le resulta más satisfactoria, aquella a la medida de sus prejuicios ideológicos y la más útil para su campaña divisiva: las mató, cómo no, el neoliberalismo, esa doctrina caníbal que nos ha envilecido a todos desde hace años, pero que por fortuna él y su Cuarta Transformación están “desterrando” ya del país (dejando intactas, por cierto, sus más radicales recetas como la austeridad a ultranza, pero con un ingrediente propio: no atender lo prioritario en salud, educación o cualquier rubro esencial).
El relato de las circunstancias en que estos espantosos asesinatos tuvieron lugar —disputas originadas por el “ruido” que hacía el hijo de Luz Raquel; o el conflicto que sostenía Margarita por la propiedad de un terreno— confirman sin duda la enorme descomposición que experimentamos como sociedad, pero que sólo propagandísticamente podemos atribuir al llamado neoliberalismo. Detrás de estos crímenes hay un sinnúmero de factores sociales (el fracaso educativo, que profundizado la actual administración, es uno de ellos) y políticos (la comprobada ausencia de una estrategia federal eficaz para prevenir y combatir la violencia), pero sobre todo la abierta quiebra de la justicia en México que parece invitar a los asesinos y delincuentes a actuar con total desinhibición. De ahí que podamos ver, en el video que la propia Margarita Ceceña pudo tomar, cómo un grupo de personas, familiares suyos para colmo, se acerca a ella con un bidón de gasolina para sin más ni más prenderle fuego.
¿De qué mundo de pesadilla surgieron esos criminales a los que no les basta cobrarse una vida sino que eligen la tortura y el sufrimiento extremos para sus víctimas ? Del México de hoy. Ya existían, desde luego, pero es un hecho que van en aumento en medio de la irresponsable osadía que hace primar los abrazos frente a los balazos.
Pasan los días y no ocurre nada. Las policías y fiscalías, con su inacción preventiva y su incapacidad para investigar con profesionalismo los hechos, parecen ser las primeras en apostar por el olvido y la impunidad. Nada las perturba. Se atienen a su ineficiente y vergonzosa dinámica, porque suponen que el escándalo por el crimen de ayer u hoy será eclipsado por el de mañana o pasado. Ya lo están esperando, con la misma parsimonia burocrática de siempre.
Y Junto con su enorme ineficacia, invariablemente ensayan la que parece ser ya una de sus más perniciosas especialidades: enredar los hechos, “hacerse bolas”, confundir y terminar por envenenar de sospechas todos los casos, hasta hacerlos irresolubles o —lo hemos visto miles de veces— inverosímiles. (En Jalisco, por ejemplo, la Fiscalía ha estilado sin comprobarlo que Luz Raquel se pudo prender fuego a sí misma).
¿Quién las mató? Ese es un asunto que —al menos en el nivel de la presunción— tiene ya nombres y apellidos concretos. Ahora bien, ¿qué las mató? También debería saberse, porque es un asunto fundamental que nos atañe a todos como sociedad y gobierno : las mató la barbarie con que muchos mexicanos pretenden arreglar sus conflictos, la ausencia de solidaridad , la indiferencia de los vecinos y ministerios públicos, la ineficacia y miseria policiacas que sólo parecen reaccionar cuando hay dinero de por medio, así como el ambiente nacional de justicia relajada, abrazos e impunidad que hace perfectamente posible que una familia vaya a quemar a una persona como si fuera a un día de campo.
@ArielGonzlez
FB: Ariel González Jiménez
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