A partir del próximo domingo, luego de que conozcamos el resultado real de los comicios en 6 estados de la República (no la guerra de encuestas que se viene viviendo desde hace semanas), las expectativas de los partidos de oposición y sus electores serán sin duda más claras. Sin embargo, seguirá siendo muy difícil hacer pronósticos definitivos sobre lo que vendrá para el 2024 en el terreno opositor, porque las cosas todavía pueden cambiar mucho con independencia de la votación de este fin de semana.

Una derrota en todos o casi todos los estados, como la que han previsto diferentes encuestas, puede servir de acicate a la oposición para recomponer muchas cosas de cara al 2024. Si sus dirigencias consiguen entender a partir de este probable descalabro que sólo en unidad, con un candidato único y un programa serio que dé lugar por primera vez en nuestra historia a un gobierno de coalición, pueden convertirse en una opción real ante el electorado, se podrá decir optimistamente que la lección fue muy costosa, pero que su asimilación ha valido la pena.

Una victoria en la mayoría de los estados, serviría a los opositores para confirmar que el camino de la alianza es el correcto y que hay que seguirlo construyendo. El PAN, junto con el PRI y el PRD serían en este escenario los promotores más consistentes de una opción que, equivocadamente, Movimiento Ciudadano, viene desconsiderando en aras de no participar de lo que el gobernador Alfaro de Jalisco ha dado en llamar un “reparto de huesos y posiciones”.

Frente a las muy probables derrotas del próximo domingo, Movimiento Ciudadano tendrá que hacerse cargo del hecho de que en la soledad no va a ninguna parte y que, en cambio, sí le facilita las cosas a Morena. Ya que veamos los resultados definitivos, se podrá decir con toda claridad el papel que en los hechos jugó Movimiento Ciudadano. Su dirigencia podrá argumentar que las derrotas del PAN, PRI y PRD son sólo suyas, pero va a ser muy difícil que convenza de eso a un creciente sector de ciudadanos que vienen cifrando en la unidad de la oposición todas sus esperanzas.

Incluso desde el punto de vista más pragmático, Movimiento Ciudadano no está jugando con la mejor racionalidad sus cartas. Con toda razón, Otto Granados decía recientemente en un tuit: “En Aguascalientes movimiento ciudadano no tiene ninguna posibilidad de ganar. Votar por allí es voto desperdiciado que además costó muchos millones de recursos públicos tirados a la basura. Mientras menos votos tenga menos dinero tendrá los próximos años en prerrogativas. México necesita un bipartidismo real”.

Oaxaca está perdida para la oposición claramente, pero en estados como Quintana Roo, Hidalgo, Tamaulipas o Durango, el voto que van a distraer los candidatos de Movimiento Ciudadano sería fundamental para derrotar a Morena, así fuera con un triunfo apretado, o para asegurar una mayoría incuestionable. No obstante, ha decidido marchar solo y convertirse, sin alianza formal con Morena, en el nuevo Partido Verde.

Lamentablemente ya no hay tiempo para corregir esto de cara a los comicios del domingo, pero va a ser mucho más lamentable todavía que la dirigencia de MC quiera repetir este expediente frente a la elección presidencial y la previa en el Estado de México.

Por lo pronto, Movimiento Ciudadano está por vivir el próximo domingo un doble fracaso: el de sus propios candidatos y el que se le terminará adjudicando a partir de las derrotas que sufra la oposición coaligada. A todo esto hay que añadir que en el espectro opositor de los partidos y sus electores, su imagen quedará seria, y acaso irremediablemente dañada.

@ArielGonzlez

FB: Ariel González Jiménez

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