No sería malo que los maestros mexicanos, especialmente los de la CNTE , leyeran a Marx . Es decir, que estuvieran en condiciones intelectivas de acceder a su obra, como deberían poder hacerlo con cualquier otro clásico universal. Si eso fuera posible, seguramente también leerían a Epicuro (sobre cuya obra Marx hizo su tesis de doctorado), Diderot (uno de sus autores favoritos) o, desde luego, a Hegel (su gran precursor filosófico), lo mismo que a otros autores que moldearon su pensamiento crítico.

Para Néstor Ojeda, amigo entrañable, generoso hermano de mil aventuras. Descansa en paz.

Sin embargo, me temo que dado el deterioro de la educación pública en México –del que buena parte de nuestros profesores son causa y resultado– eso no es más que un sueño. Hace unos años (2016), la primera evaluación docente que examinó a 150 mil profesores de educación básica y media, dejó en claro que poco más del 15% de los maestros, unos 20 mil, simplemente no tenían los conocimientos elementales para enseñar en las aulas. Había también, en esta muestra, un 5% que obtuvo las calificaciones más altas, y luego un sorprendente 48,5% que supuestamente aprobó bien la evaluación de conocimientos generales y la planeación de la clase.

Poco tiempo después, en 2017, la UNICEF dio a conocer, en el marco del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes de la Secretaría de Educación Pública, que 7 de cada 10 estudiantes de 3° de secundaria tenían dificultades para interpretar información y analizar argumentos en textos escritos. Otros 9 de cada 10 estudiantes tenían muy bajo nivel en matemáticas.

¿Cómo son hoy los maestros de la escuela pública? ¿Cuál es verdaderamente su nivel académico? No lo sabemos a ciencia cierta, porque el primer logro del magisterio “progresista” con la llegada de la 4T fue poner fin a las odiosas evaluaciones (provenientes, cómo no, del “régimen neoliberal”), pero es seguro que las cosas no sólo no han mejorado sino que se vive el peor y más aberrante retroceso educativo gracias, entre otras cosas, a los acuerdos clientelares entre el magisterio de la CNTE y el gobierno de López Obrador.

En medio de este panorama donde muchos maestros son los primeros en acusar el grave rezago educativo, los “teóricos” de la 4T, el ya famoso Max Arriaga (por su mísera perspectiva de la lectura) y un mercenario propagandista directamente traído de la devastada Venezuela, un tal Sady Arturo Loaiza, han lanzado un material “didáctico” que recibe el título de “Un libro sin recetas para la maestra y el maestro”, donde lo primero que hacen es precisamente recetar a los mentores que lean a Marx y a Lenin para prepararse a enfrentar “dinámicas de opresión” y así formar a “un nuevo mexicano… una nueva mexicanidad afín a la transformación irreversible del País”. (Me ahorraré comentar aquí el parecido de este discurso chovinista, ajeno por completo a Marx, y que más bien guarda un evidente parecido con en el de muchos fascismos).

Da risa y pena, a partes iguales, que la farsa de la 4T improvise en su cuarto año de gobierno estos materiales “pedagógicos” para adoctrinar a los niños y jóvenes del país. Los “marxistas” de la 4T, sólidos ejemplos de oscurantismo, piden leer a Marx a un magisterio que ellos quisieran ver más empobrecidos intelectualmente para convertirlo fácilmente en un rebaño de propagandistas que forme “nuevos mexicanos”.

Soy de los que creen que ciertas líneas del pensamiento marxista conducen claramente al totalitarismo, pero es un hecho que quien lo lea aprenderá ante todo a no tolerar el servilismo, el nacionalismo cerril, la ignorancia, el fanatismo caudillista, los cacicazgos y la infinita corrupción, esto es, todo lo que caracteriza hoy a la “izquierda” mexicana en el poder.

Lo de leer a Lenin se ve más fácil. En realidad, el dirigente ruso no alcanzó jamás la talla intelectual del autor de “El capital”. Fue prolífico, sin duda, redactando obras dirigidas a sus partidarios, intentando unas veces divulgar (y vulgarizar, según algunos de sus detractores marxistas) el pensamiento de don Carlos, y otras, las más, explorando los requerimientos prácticos para que su movimiento golpista (revolucionario, como logró imponer que se le llamara) tuviera éxito: una perspectiva pragmática de la organización y propaganda partidista (“¿Qué Hacer?”), con todos los vicios autoritarios y centralistas que han dominado siempre la escena interior de las organizaciones de izquierda; la mejor justificación de la dictadura “del proletariado” o, dicho en otras palabras, la teoría de cómo fundar un Estado totalitario en nombre de la emancipación de la clase trabajadora y en un país con mayoría campesina (“El Estado y la revolución”); o las innumerables diatribas contra los socialdemócratas europeos, esos “traidores y reformistas” que lo contradecían y refutaban todo el tiempo.

Maestros mexicanos: lean a Marx , es un clásico que los puede instalar en el terreno del pensamiento crítico, de la lectura en libertad. Leyéndolo descubrirán o confirmarán que la 4T carece realmente de un ideario progresista y que es más bien un fraude ideológico que sostiene a un grupo de expriistas y expanistas estafadores.

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@ArielGonzlez
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