Las declaraciones del jefe del Comando Norte estadounidense, Glen VanHerck , acerca de que el organismo de espionaje militar de Rusia (GRU) tiene en territorio mexicano más agentes de inteligencia que en cualquier otro país del mundo, no deberían sorprender a nadie. Sin embargo, el espionaje no está legalizado en ningún lugar del mundo y, evidentemente, México debería por lo menos extender una nota diplomática pidiendo una explicación tanto al gobierno ruso como al de Estados Unidos para conocer oficialmente del tema, pero dudo mucho que eso ocurra.
Son tiempos de guerra para Rusia, y aunque estamos a más de 10 mil kilómetros de Moscú, México no deja de ser sumamente atractivo para sus servicios de inteligencia: es frontera sur con la principal potencia del mundo, y es la frontera norte de una región en la que la extinta URSS y luego Rusia han venido manteniendo diversos intereses, marcadamente en países como Cuba, Nicaragua y Venezuela, dictaduras a las que apoya de distintas formas (ayuda económica, tecnología, formación de cuadros, armamento y entrenamiento militar).
Obviamente, no son los únicos que espían en México. La CIA debe tener un buen número de agentes desplegados en nuestro territorio, los chinos otro tanto y, por supuesto, las centrales de inteligencia europea algo harán por acá. Pero la invasión rusa a Ucrania es un momento singular que exige para los rusos un importante esfuerzo (de desinformación, propaganda , ciberataques y otras acciones) en un país como México.
Hay que mencionar además que históricamente, por ejemplo durante las dos guerras mundiales, México ha sido un país estratégico para los espías de los países en conflicto. El famoso telegrama Zimmermann es una clara muestra del interés que tenía Alemania en nuestra participación durante la Gran Guerra, y es un hecho que México ha sido escenario de múltiples cruces de información, roces y episodios secretos de espionaje desde entonces.
Difícilmente las declaraciones del jefe del Comando Norte van a ser tomadas en serio por el gobierno de López Obrador. Mientras escribo o se publica esto seguramente ya las desvirtuó o está por hacerlo. Quizás directamente las ha presentado como falsas, aunque son de lo más verosímiles y lógicas por lo que he comentado. Más difícilmente aún procederá como lo hizo el gobierno de Luis Echeverría en los años 70, cuando frente al caso de Oleg Maksimovich Netchiporenko, a quien los servicios de inteligencia mexicanos identificaron como un activo espía que estaba detrás de la formación de algunas células guerrilleras, concretamente del Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR), procedió a la expulsión de cinco diplomáticos de la embajada soviética en México, entre ellos Netchiporenko. Este fue uno entre muchos episodios que tensaron la relación de México con la entonces URSS durante los años 70 y todavía parte de los 80.
Recientemente, en 2018, conocida la injerencia rusa en distintos procesos electorales en el mundo (incluidos EU e Inglaterra) y advertidos sobre la posibilidad de que México no sería la excepción, el especialista en seguridad nacional y consultor de defensa, Javier Oliva , planteaba a la revista Newsweek:
“Se debe tomar muy en serio el contexto internacional de los intentos de intromisión de grupos de hackers ubicados en Rusia”, por lo que, decía, no debe “tomarse a broma la posibilidad de sufrir ataques cibernéticos o la injerencia política de grupos de interés rusos”.
La velada alineación del gobierno mexicano con Rusia en medio de su invasión a Ucrania habrá conseguido, a estas alturas, que recomendaciones como las de Javier Oliva y otros expertos en inteligencia y seguridad, sigan siendo simplemente ignoradas. Las declaraciones del jefe del Comando Norte pasarán igualmente de noche y serán presentadas en la conferencia mañanera como una anécdota o, si está de mal humor el ciudadano Presidente, como una mentira que busca enemistarnos con Rusia.
El Grupo de Amistad México-Federación de Rusia, instalado felizmente esta semana, se estrenará tal vez negando que tal espionaje sea posible. La Secretaría de Gobernación y la Cancillería guardarán obsecuente silencio. Los montones de twiteros que reproducen el enfoque de las agencias de noticias rusas sobre la invasión a Ucrania se burlarán del tema. Y mientras tanto, la desinformación, la propaganda, el ciberespionaje, la asesoría partidista y demás especialidades de los agentes rusos de hoy (nada que ver con la serie The Americans) seguirán prosperando en nuestro país con la anuencia de la Presidencia, que no dirá una sola palabra de la soberanía que dice defender.
FB: Ariel González Jiménez