A pesar de que no vivimos un conflicto postelectoral, como aquellos a los que nos estaban acostumbrando las maniobras priistas que terminaban con la “caída del sistema” o los berrinches de la oposición (la lopezobradorista, señaladamente, incapaz de reconocer los resultados cuando no le favorecían) algo se ha esta enredando a partir de los comicios del 2 de junio. Algo que nos puede poner de cara a una indeseada crisis de final de sexenio o una que detone en los albores del que está por comenzar.

Insisto, no tiene nada qué ver con la legitimidad de los muy contundentes e incuestionables 36 millones de votos que llevarán a la Presidencia a Claudia Sheinbaum ni con la dolorosa sorpresa que esto supuso para la oposición, sino con el propósito de López Obrador de impulsar sí o sí su anhelado paquete de reformas que busca subvertir directamente al Poder Judicial y trastocar la existencia misma de los partidos de oposición dejándolos sin las diputaciones plurinominales que alguna ves marcaron el final del régimen del partido único. Todo ello precedido por una artimaña de sobrerrepresentación de Morena en el Congreso que está ahora mismo en marcha y que le daría la mayoría necesaria para votar y aprobar cuanto se le venga en gana.

La cuestión de las reformas pasa por la supuesta o real desavenencia entre AMLO y la ganadora de la elección presidencial, acerca del timing y la forma de concretar dichas reformas. Me queda claro que ambos están de acuerdo en lo sustantivo y que por eso Sheinbaum en su campaña reiteró en diversas oportunidades que debía ganarse el Congreso para impulsar el llamado Plan C, pero el desacuerdo sería más bien de orden táctico: ¿será antes de que se despida López Obrador o una vez que Sheinbaum tome posesión?

El asunto no es menor para ninguno de los dos. El mandatario saliente ve este paquete de reformas como la coronación de esta primera etapa de la 4T y cree a pie juntillas que se debe aprobar en septiembre, recién entrada la nueva Legislatura. La mandataria entrante teme, sin embargo, que no sea este el mejor momento para sacar adelante ese paquete que daría al “pueblo” la oportunidad de elegir a sus jueces y magistrados para poner fin a la inoperancia y corrupción del Poder Juidicial y ahorrarnos unos buenos millones de pesos en minorías parlamentarias indeseables sobre todo ahora que “el pueblo” parece haber votado nuevamente por un régimen de partido único.

En medio de estas perspectivas contrastantes, los mercados financieros se han alterado al punto de que el peso ha llegado sufrir una devaluación de más de 10 por ciento que puede escalar aún más según los expertos como reacción al intento de López Obrador de sacar adelante sus reformas antes del primero de octubre, cuando entregará la banda presidencial a su sucesora.

¿Qué esta haciendo Sheinbaum entre tanto? Intentar tranquilizar a los mercados, con un mensaje que puede ser bien intencionado pero que por lo visto no transmite ninguna claridad ni certeza a estos. Y es que por un lado dijo que no habría reformas en lo inmediato; más tarde se desdijo y ahora insiste en que no debe haber nerviosismo frente a la volatilidad del peso frente al dólar y plantea que habrá una encuesta ciudadana para consultar acerca de la iniciativa presidencial sobre el poder judicial. Todos recordamos cómo fueron las encuestas ciudadanas impulsadas por López Obrador y en qué terminaron. ¿Cómo puede esperar así que los mercados se tranquilicen?

Pronto hará una gira por la República del brazo de AMLO. ¿Seguirá pronunciando este discurso para luego ser desmentida por el todavía Presidente? ¿No será que recorrer el país a su lado se constituirá en un potencial factor de desestabilización?

El error de Sheinbaum, me parece, radica en tratar a los mercados como si fueran tan crédulos como sus electores. Y lo cierto es que el historial del gobierno de Morena en materia de encuestas ciudadanas no trae el mejor recuerdo, porque todas ellas concluyeron dando el sí a lo que la 4T se proponía, sin importar su ilegalidad. Y supongo que lo sabe, pero igual busca “serenarlos” reiterando un mensaje moderado y conciliador.

¿Alcanzará este discurso para arreglar la devaluación en marcha, las altas tasas de interés, el déficit presupuestal, el elevado endeudamiento y el riesgo de que las calificadoras internacionales reprueben al país? Ojalá, pero la sombra de López Obrador se extiende poderosa y no parece temerle a ningún costo, particularmente si las facturas se endosan al próximo gobierno.

@ArielGonzlez

FB: Ariel González Jiménez

Únete a nuestro canal ¡EL UNIVERSAL ya está en Whatsapp!, desde tu dispositivo móvil entérate de las noticias más relevantes del día, artículos de opinión, entretenimiento, tendencias y más.


Google News

TEMAS RELACIONADOS