Hubo un tiempo en que los dirigentes de Morena presumían que la Ciudad de México era partidaria suya en función del grado de escolaridad promedio de sus habitantes (con una gran concentración de científicos, artistas e intelectuales), por los movimientos sociales urbanos que abrieron paso a la transición democrática, la probada participación de la gente en diversos momentos, así como por el carácter progresista de sus clases medias. Todo eso, decían, había hecho de la CDMX un bastión de la izquierda, lo que venían comprobando desde 1997 con la llegada de Cuauhtémoc Cárdenas y sus diversos sucesores.
Estamos hablando de más de 25 años en los que la llamada izquierda mexicana (a falta de un mejor nombre que incluya a los expriistas y panistas que la componen) ha tenido el poder en la Ciudad de México. Sin embargo, todo indica que su ciclo está por terminar. Puedo equivocarme y quizá la votación del 2 de junio me desmienta, pero ya desde el gobierno de Claudia Sheinbaum –hoy candidata a la Presidencia–, las primeras luces de alerta fueron muy evidentes con la elección intermedia de 2021, cuando perdió la mayoría de las alcaldías.
En 2021 empezó a quedar claro que Morena estaba perdiendo el apoyo de una ciudadanía que, pese a ser considerada la más preparada y educada del país, era tratada en los hechos como la más ignorante, la más dócil y manipulable del país. Así fue tratada durante la pandemia, montando un circo de “monitoreo” y “atención” que, con la ayuda de algunos medios, hizo posible que Claudia Sheinbaum y su staff de salud dieran la impresión de haber tratado adecuadamente la contingencia. Hoy sabemos, sin embargo, que cuatro de cada 10 muertes en exceso durante la pandemia fueron atribuibles a la gestión gubernamental y que durante la segunda ola de la contingencia sanitaria, la ciudad de México representó el 24% de esas muertes adicionales.
Y así como maquilló las cifras relacionadas con la gestión de la pandemia, el gobierno de Morena ha venido ocultando las verdaderas cifras de delincuencia y muertes violentas en la CDMX (preocupado más por negar la existencia de fosas clandestinas, que por apoyar a las madres buscadoras), pero también los datos de desempleo y todos las relacionados con el desastre que a diario pueden constatar los capitalinos en materia de transporte público (donde la caída de la línea 12 es ya un emblema nefasto del descuido, irresponsabilidad y falta de mantenimiento en que por años han tenido al Metro capitalino).
Mención aparte merece el tema del agua. No sólo escaseó gravemente en los últimos años por la insuficiente y a veces nula inversión en infraestructura hídrica, sino que la que se suministra en algunas colonias como la Benito Juárez es ya un ejemplo de criminal imprudencia, indolencia y cinismo.
Los electores de la CDMX tienen muchos motivos para no votar por Morena y, lo que es peor, también las bases militantes de ese partido tienen más de una razón para no hacerlo. Como hemos comentado aquí mismo, la imposición de candidatos expriistas o de algunos otros con iguales antecedentes vergonzosos, han desanimado y debilitado fuertemente las campañas por las alcaldías, diputaciones y, en general, por la jefatura de gobierno. Nada de esto ayuda a Clara Brugada, ni tampoco a Sheinbaum que, incluso ganando la Presidencia, puede que tenga que ver con horror cómo la ciudad que gobernó ha rechazado a su partido.
Son muchos los ejemplos de cómo la asociación de los morenistas con expriistas (“arrepentidos de Dios”, como dice Ricardo Monreal, que sabe de qué habla), está produciendo no sólo estragos en la marcha de las campañas capitalinas sino también escándalos que evidencian la mala selección de los abanderados de Morena. Uno de los casos más recientes es el de Fernando Mercado Guaida, candidato del partido Morena a la alcaldía Magdalena Contreras, y el de su hermano Diego Mercado Guaida, candidato a concejal en Tlalpan por Movimiento Ciudadano.
Estos hermanitos que dicen creer en aquello de “primero los pobres” (donde los “pobres” resultan ser ellos) y en la “nueva política” (donde las prácticas más arcaicas y viciadas son puestas al día, también por ellos), vienen trabajando en equipo para presionar y violentar a Daniela Nitza Garduño, candidata de Movimiento Ciudadano que busca la alcaldía de Magdalena Contreras. Su objetivo es que esta candidata les permita (a través de Diego Mercado) el control de los recursos económicos, así como de la estrategia y estructura de la campaña, obviamente en favor de Fernando Mercado, el candidato de Morena a la misma demarcación.
Y como Daniela Nitza Garduño se ha negado, ha venido sufriendo diversas agresiones y amenazas por parte de los hermanos Mercado Guaida, por lo que el pasado lunes presentó en el Instituto Electoral de la Ciudad de México una demanda por violencia política en razón de género en contra de ellos, mostrando diversas evidencias que comprueban cómo esta fraternidad trabaja de forma mafiosa para apuntalar la campaña de Fernando Mercado Guaida en la Magdalena Contreras.
Lo dicho: Morena se viene tropezando no sólo con los priistas de enfrente, sino sobre todo con los de sus propias filas.
Correspondencia parda
Mientras tanto, muy cerca de la CDMX, en Morelos, Margarita González Saravia, candidata a la coalición Sigamos Haciendo Historia, intensifica su campaña para convencer a los morelenses de que el terrible legado de Cuauhtémoc Blanco es una página del pasado y que ella pretende escribir otra. Sus recorridos (lleva ya más de 8 por todo el estado) sin duda la han acercado a la gente, pero en todas partes se nota que la herencia de Blanco ha calado mucho, especialmente en el tema de la seguridad, donde el panorama es siniestro. Aun así, muchas encuestas siguen poniendo a Margarita González a la cabeza de las preferencias. Si dichas preferencias se concretan el próximo 2 de junio, esta candidata tendrá la oportunidad extraordinaria de responder con hechos a la confianza de la gente.
@ArielGonzlez
FB: Ariel González Jiménez
