Ariel González

Anomalías de la “nueva normalidad”

16/07/2020 |21:46
Redacción El Universal
Pendiente este autorVer perfil

La “nueva normalidad”, expresión que busca designar el escenario de la pospandemia, nació como uno de esos absurdos que se imponen cuando no se sabe realmente qué sigue en concreto después de un proceso largo y penoso como lo ha sido el confinamiento global.

De acuerdo con el diccionario de María Moliner, “normal”, además de ser “norma o regla…se aplica a lo que es u ocurre como siempre o sin nada raro u extraordinario”. Así pues, la “nueva normalidad” viene a ser el pretencioso oxímoron (lo “normal” nunca es “nuevo”, así como lo conocido y lo que se vive regularmente no puede ser novedoso) que ha guiado hasta ahora todos los discursos gubernamentales del orbe en torno al paulatino desconfinamiento.

Si en todas partes y por sí misma la expresión resulta contradictoria, en México viene a ser una noción que ronda lo grotesco y lo inaudito: la “nueva” etapa simplemente no llega y no sólo estamos en plena pandemia sino en su punto más álgido. Y ni que decir tiene que la “normalidad” la componen un sinnúmero de anomalías como el desconfinamiento a la buena de Dios y el “arréglenselas como puedan” que de modo tan neoliberal practica nuestro gobierno de “izquierda”.

Newsletter
Recibe en tu correo las noticias más destacadas para viajar, trabajar y vivir en EU

Comprendo perfectamente que esta expresión alude en otras partes al regreso al trabajo, la escuela y en general la vida diaria con diversas medidas de protección y toda una cultura sanitaria para enfrentar los rebrotes del coronavirus que se sabe seguirán dándose; eso, claro está, en países que tomaron medidas oportunas para conservar las fuentes de empleo, garantizar una infraestructura virtual para que los chicos no pierdan clases y, en fin, para que la vida social pueda ser retomada a pesar de los condicionamientos que plantea en el futuro inmediato la persistencia del Covid-19.

Pero en México la “nueva normalidad” es para muchos lo de hace cuatro meses, cuando nos guardamos en casa, en combinación con el desconfinamiento caótico frente a una masa de contagios en ascenso y una mortandad que se acerca ya a los 40 mil decesos y que según algunos pronósticos serios llegará casi a los 100 mil (sí, para el Día de muertos). Con el país al revés, salimos a la “nueva normalidad” cuando más nos debimos haber guardado, gracias a una serie de previsiones brutalmente inexactas de las autoridades sanitarias: su margen de error no fue de días, sino de meses; no fue de cientos, sino de decenas de miles de vidas (originalmente se calculó que habría 6 mil muertos).

Ya en la calle, la “nueva normalidad” para millones de mexicanos es descubrirse sin ingresos, en medio del más grave desempleo que hayamos vivido en décadas y con una inseguridad imparable. Lo “nuevo” es que la vieja idea de la austeridad autodestructiva del gobierno dejó sin computadoras, papel o jabón a las dependencias públicas; la “nueva normalidad” es que el desmantelamiento del Estado prosiguió como si nada y que se mantiene, como antes de que empezara la pandemia, amagada la vida democrática.

Todas estas anomalías –unas cuantas entre muchas– constituyen la “nueva normalidad” que el gobierno morenista ha impuesto. Es cierto que algunos problemas son globales, pero sería signo de una gran miopía no observar el especial cuidado que la administración de López Obrador ha puesto en agravarlos con su ineficacia, pasividad, ignorancia y tozudez. Ante el virus se ha mantenido en la ceguera, sin hacer las pruebas recomendadas por la OMS; ante el cierre de miles de pequeñas y medianas empresas fue incapaz de armar un plan de rescate con el argumento de que el gobierno no iba a salvar a los ricos, cuando el objetivo no era ese sino salvar las fuentes de trabajo.

El gran problema es que el gobierno de AMLO tiene su propia “nueva normalidad”: una en la que la pandemia sigue siendo “domada”; donde la violencia contra las mujeres no existe; una en donde este mes de julio comenzará la recuperación del empleo y en la que el gran proyecto neoliberal, el T-MEC, será la panacea económica; una, en fin, en donde estamos más cerca de la felicidad prometida por la 4T.

Somos animales de costumbres. Lo único que esperábamos es salir del confinamiento y volver al trabajo, a la escuela, a la vida diaria; sabíamos que sería diferente, seguramente con cubrebocas, espacios protegidos, mascarillas, más gel y demás, pero no imaginamos que al terminar el encierro no habría trabajo ni dinero para pagar la hipoteca, los medicamentos, la escuela o los útiles, ni tampoco un gobierno que se desentendiera tan fácilmente de nuestro principales problemas para seguir atendiendo sus prioridades clientelares y los descabellados megaproyectos que impulsa en el sureste del país.

Contradictoria o no, todos hubiéramos querido una nueva normalidad con la cual lidiar. No la hay. Y a cambio tenemos que sortear todas las anomalías de un gobierno que ha hecho del desastre su práctica más normal.

ariel2001@prodigy.net.mx
@ArielGonzlez
FB: Ariel González Jiménez