Chicago, Illinois. – El jueves 11 de mayo marca la fecha en que los flujos migratorios se convirtieron en el mayor problema de la administración del presidente Joe Biden. En esta fecha expira el Título 42, un recurso usado por la administración Trump para expulsar expeditamente a los inmigrantes de territorio estadounidense con el argumento de preservar la salud pública por el Covid-19.

Con el fin de la emergencia sanitaria en Estados Unidos, y en el resto del mundo, no hay bases para mantener esta previsión. Se espera que el flujo de inmigrantes se incremente al cancelarse, en teoría, la deportación exprés. Así mismo, la posibilidad de enviar masivamente migrantes a México en espera de respuesta para asilarse en Estados Unidos también llega a su fin.

Lo cierto es que el fenómeno migratorio actual tiene una dimensión sin precedente. En números fríos, en 2022, la Patrulla Fronteriza arrestó a más de 2.2 millones de personas, el número más alto en la historia.

La mayoría de los aspirantes al asilo provienen de Guatemala, Honduras, El Salvador, y Venezuela, naciones con condiciones de vida que bien pueden justificar que los desesperados busquen preservar la vida y la libertad en otro lugar. Adicionalmente, también aumentó el número de nacionales de otros países como México que intentan ingresar a la Unión Americana.

Para responder al fin del Título 42, la Secretaría de Seguridad Nacional promete que quienes entren ilegalmente a suelo estadounidense serán inelegibles al asilo, y advierten que se desplegarán más recursos para detener a inmigrantes en la frontera para luego enviarlos a sus países de origen. Para ello se anuncia un incremento en los vuelos que llevarán de regreso a los deportados.

Lo anterior, es el garrote de la respuesta para contener la migración. Pero, también ofrecen la zanahoria de incrementar las visas para venir a Estados Unidos de manera legal. Para ello, habrá centros que procesen estas solicitudes en Guatemala y Colombia, al tiempo que ya se da la oportunidad de reunificar familias de cubanos y otras nacionalidades. El mensaje de la administración es, “solicita asilo fuera de EU y tendrás oportunidad de venir, pero si lo intentas ilegalmente serás deportado”.

No obstante, es evidente que el problema migratorio ya es el principal reto de Biden. Las imágenes de grandes grupos de solicitantes de asilo cruzando el Río Bravo son transmitidas por la televisión conservadora para denunciar “la debilidad de este gobierno para mantener al país seguro.”

Por otro lado, si en efecto se incrementan las formas de inmigrar legalmente, los adversarios del presidente usarán datos recopilados en la opinión pública para fustigarlo, como la encuesta reciente de Gallup, donde 63% de los entrevistados se dicen insatisfechos con el manejo de la migración y desean que menos gente entre al país.

Este es el tipo de situación en la que el gobierno va a perder sin importar lo que haga. Si contiene a los migrantes y los deporta, los activistas de derechos humanos de izquierda los acusarán de inhumanos. Pero, si libera a personas dentro del país mientras esperan el trámite de asilo, o incrementa la migración legal, los republicanos llamarán débil al Ejecutivo y lo acusarán de ignorar la voluntad de los ciudadanos. Simplemente no hay forma de que el presidente salga bien librado.

En cualquier caso, el manejo del problema migratorio y la avanzada edad de Biden pueden ser elementos que inclinen la balanza en la elección presidencial de 2024. Quizá el mundo debe prepararse para el regreso abominable de una presidencia de segundo término de Donald Trump.

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