Chicago, Illinois. – Cuando Donald Trump lanzó su campaña a la presidencia acusó a los migrantes mexicanos de ser violadores y criminales, dijo entonces “no nos mandan a sus mejores (elementos)”. El miércoles pasado los precandidatos presidenciales republicanos, menos el señor Trump, hicieron propuestas absurdas, dantescas e ilegales para controlar la migración y controlar a los carteles de la droga.
Usar fuerza letal contra los narcotraficantes, incursionar fuerzas especiales estadounidenses en territorio mexicano, y presionar al gobierno de México para destruir a las bandas criminales, fueron tesis presentadas por los aspirantes presidenciales. En un caso, el exgobernador de Arkansas, Asa Hutchinson, acusó a Andrés Manuel López Obrador de no cooperar con Estados Unidos para combatir el tráfico de drogas.
¡Bienvenido, México al proceso electoral 2024! Hoy el virus del populismo derramado por un candidato externo a la política en junio de 2015 ha progresado hasta infectar a todo un partido político nacional en el que sus aspirantes compiten presentando ideas radicales e incoherentes.
Un editorial de The Washington Post resalta que la entrada de drogas a Estados Unidos ocurre mayormente por los puertos de entrada legales donde estas “mercancías” pasan inadvertidas, o ignoradas deliberadamente, y no por la línea fronteriza. Combatir las mafias criminales puede ocurrir mejorando los procesos para detener la droga donde realmente entra, y al pegarles donde duele, incautando sus cuentas y transacciones financieras. En su lugar, los políticos republicanos en un esfuerzo de sonar duros ante una audiencia hambrienta de sangre hacen promesas deschavetadas que violan la legislación estadounidense e internacional.
A lo anterior, se suma un gobierno mexicano liderado por otro populista cuyas declaraciones son tan irracionales e imprácticas como las de sus pares en el norte, al prometer “abrazos no balazos”. La administración López Obrador vive bajo la sospecha de que por contubernio u omisión ha dejado que los grupos delictivos operen libremente en territorio nacional. Sea por alianza electoral tácita o para evitar el costo político de la violencia que conlleva combatir al crimen organizado, el presidente de México ha colocado al país en una posición vulnerable, es más, indefendible en la lucha contra los capos de la droga.
Donald Trump que estuvo ausente en el debate, pero promete volver a quebrar al gobierno mexicano para que sean los militares de este país quienes controlen la migración ligada, injustamente, a las operaciones criminales. Y para dejar claro hacia dónde van las aguas, su ex vicepresidente, Mike Pence, también afirmó que usará el peso de Estados Unidos para doblar a México.
En resumen, la narrativa simplona que reza solucionar problemas complejos con ocurrencias es un cáncer que se ha extendido a la discusión pública, no solo entre outsiders sino también entre políticos profesionales que atizan las llamaradas de las emociones entre sociedades mal informadas.
Es claro que México es parte del debate en el proceso electoral estadounidense, y no por buenas razones. Por lo que es de esperar más pronunciamientos irresponsables que polarizan los ánimos y deterioran aún más las relaciones entre dos naciones cuyos destinos son simbióticos. Deseo, querido lector, que al leer estas líneas tome nota sobre el permanente daño que causa el populismo y sus emisarios. Ambas naciones encumbraron liderzuelos que han perjudicado enormemente la vida institucional, y que incitan con polarización inducida la discordia y el caos en que cosechan ganancias políticas. Este teatro del absurdo continuará mientras no corrijamos el rumbo eligiendo mejores líderes enfocados en la sustancia y no en teatralidad y payasadas.