Chicago, Illinois.— Donald Trump prometió en 2016 que bajo su liderazgo Estados Unidos recuperaría su grandeza y que el país triunfaría hasta el cansancio. Durante la pandemia, efectivamente, Trump logró que esta nación sea la número uno en personas infectadas por el coronavirus, y tiene la mayor cantidad de muertos por Covid-19 (cerca de 40 mil).

Esta crisis de salud revela las grietas en el inepto liderazgo presidencial, la falta de previsión para disponer de insumos esenciales como pruebas de detección del virus, o equipo de protección personal para los trabajadores del sector Salud.

Ante la falta de una respuesta competente de la Casa Blanca se generaron tres frentes de liderazgos alternativos. 1. Los gobernadores. 2. El Poder Legislativo federal. 3. La sociedad civil.

Comencemos en orden. Hace seis semanas, los gobernadores de los estados más afectados suplicaban al gobierno federal asistirlos con pruebas de detección para entender la naturaleza y extensión de la pandemia y diseñar la estrategia de respuesta correcta. Luego de mes y medio de drama, los federales siguen sin cumplir con la expectativa.

Con miles de enfermos buscando atención en los hospitales, en lugar de que el gobierno federal encabezara una política de compras de insumos vitales como ventiladores o cubrebocas N95, se dejó que cada entidad se rascara con sus uñas provocando que las órdenes de compra compitieran entre estados, con la administración Trump y con otros países.

También, a pesar de que el gobierno nacional invocó la Defense Production Act, un recurso reservado para tiempos de guerra que puede obligar a que las compañías fabriquen insumos vitales durante la coyuntura (equipo médico y no autos, por ejemplo), en realidad sólo se utilizó en un par de ocasiones.

Con estos desastrosos antecedentes y con la reapertura de la economía en puerta, tres alianzas de gobernadores se formaron para determinar las fechas, la amplitud y los sectores económicos que volverán a la actividad. La alianza de la Costa Oeste incluye a California, Oregón y Washington. La coalición del Medio Oeste está formada por Ohio, Illinois, Wisconsin, Michigan, Minnesota y Kentucky; y el pacto de la Costa Este cuenta con Nueva York, Nueva Jersey, Connecticut, Pensilvania, Delaware, Rhode Island y Massachusetts.

Los mandatarios estatales republicanos y demócratas trabajan con sus colegas con los que comparten vecindad, intereses o características similares. La coordinación regional surge ante el fiasco del gobierno federal. En contraste, gracias a su manejo de la crisis, Andrew Cuomo de Nueva York y Gavin Newsom de California son considerados grandes promesas políticas.

En segundo lugar, la necesidad de proveer apoyo a la población abrió el camino para que el Congreso asumiera el papel de fiscalización y contrapeso que le otorga la Constitución. El paquete de rescate conocido como Cares Act, con 2 billones de dólares en asistencia, fue retrasado hasta que los demócratas consiguieron mayor rendición de cuentas con el dinero.

Ayer el Senado adoptó un nuevo plan de ayuda por casi medio billón de dólares. Los republicanos querían préstamos para los negocios pequeños, los demócratas pidieron dinero para salvar a los estados de la bancarrota por los déficits derivados de los gastos por la pandemia.

Aunque Trump quiere tomar crédito plasmando su nombre en los cheques, lo cierto es que sin el Congreso no habrá dinero para nadie. Hoy la oposición en el Legislativo tiene fuerza real para determinar la dimensión, naturaleza, destinatarios y fiscalización de los apoyos federales. Por ello, el Congreso es un actor emergente.

Finalmente, al inicio de la crisis la sociedad cerró filas con el presidente. Las encuestas mostraron un repunte en la aprobación de Trump, pero sus pifias revirtieron la tendencia. Según un estudio reciente de Gallup, 54% de los estadounidenses desaprueban su desempeño por 43% que lo aprueban. Aún peor, una encuesta de Reuters mostró que la población en los centros urbanos, típicamente votantes demócratas, están iracundos y deseosos de votar en noviembre. Sin duda un mal presagio para su reelección.

El nuevo coronavirus seguirá dando problemas hasta que se cuente con una vacuna que según los expertos llegará hasta 2021; mientras tanto, los costos en la salud pública y la economía forzarán a que los estadounidenses sean cívicamente activos. Lo haremos no por politiquerías, sino porque ahí nos jugaremos el futuro inmediato.

@ARLOpinion

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