Chicago, Illinois. – La primera potencia del mundo y el vecino más importante de México tendrá un año dinámico en todos los aspectos de política pública. Aquí un desglose de lo que viene en 2023.
Economía. Después de un crecimiento vigoroso de la economía que logró superar con mucho las pérdidas durante la pandemia de Covid-19, Estados Unidos se mueve hacia una recesión. Según una encuesta practicada entre economistas, se cree que hay un 64 por ciento de probabilidades que esta nación tenga tasas negativas de crecimiento. No obstante, se cree que la contracción será moderada y, en el caso de implementar medidas que reanimen la actividad cuando llegue el momento, tampoco será larga.
La recesión es causada por los incesantes aumentos en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal que frenar la inflación. A pesar de haber un progreso perceptible, Estados Unidos aún está lejos de contener la escalada de precios que, aunque sea en parte, es derivada de los multimillonarios y, en mi opinión excesivos estímulos gubernamentales, otorgados por el Covid-19. En resumen, menos actividad económica pero no habrá una catástrofe financiera.
Manufacturas y Nearshoring. Este momento de pausa económica ayudará a profundizar el proteccionismo económico estadounidense para mover tanta producción manufacturera como sea posible a este país. El desacoplamiento económico entre Estados Unidos y China continuará. El presidente Joe Biden dijo que espera que este año sea uno con ventas de “lo hecho en Estados Unidos”. Esto implica trasladar las cadenas productivas de insumos estratégicos (como chips de computadora y semiconductores, entre otras tecnologías que conducirán las industrias del futuro,) dentro de Estados Unidos o a países estables y amigables.
Este increíble movimiento de capitales y de capacidad manufacturera que experimentamos beneficiará a los socios comerciales y aliados estadounidenses. La oportunidad representa la entrada al futuro de la digitalización, la nueva generación de opciones de transportación y las nuevas formas de generación de energía. Quienes aprovechen estas circunstancias llevarán progreso a su gente, pero aquellos que no lo hagan seguirán con discursos rancios de imperialismo para esconder su incapacidad.
Política Exterior y Geoestrategia. Estados Unidos seguirá apoyando a Ucrania para defender a su gente y para probar que ningún bully aspirante a tirano tendrá éxito si invade una nación soberana. Al mismo tiempo, debe abrirá la puerta para que la Rusia de Putin tenga una “salida digna” del conflicto que dé por terminada la guerra y se recuperen la estabilidad de precios del gas, petróleo y granos, tan afectados por el conflicto.
China, el Rival Estratégico. El divorcio económico con China continuará profundizando las diferencias con esa nación. Biden y su administración seguirán siendo enfáticos en que una invasión a Taiwán enfrentará una fuerte respuesta estadounidense. La primera potencia seguirá fortaleciendo las relaciones con sus aliados en Asía y Europa que llamen a la acción conjunta para defender las libertades, entre ella la económica. No obstante, el enfrentamiento con China no terminará hasta que sea evidente qué modelo político-económico sirve mejor a las sociedades: autocracias o democracias.
Política Interna. En lo interior veremos estancamiento con la nueva mayoría republicana en la Cámara de Representantes. La agenda Biden será acotada y en algunos casos se intentará recortar victorias previas. Pero lo cierto es que la parálisis republicana que reduce la gobernabilidad será oportunidad para el escándalo y el teatro político de camino a la elección presidencial. En este último punto, quizá Biden decida postularse de nuevo, cosa que creo que es un error, pues nuevos liderazgos deben ascender a las posiciones de poder.
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