Chicago, Illinois. – Cada vez que voy al supermercado es un motivo de orgullo ver la diversificación de los productos mexicanos a disposición del consumidor estadounidense. Los clásicos aguacates, tomate, espárragos, frutas ricas en antioxidantes como frambuesa, arándanos, moras y hasta el mexicanísimo nopal se pueden adquirir en versiones orgánicas y regulares en establecimientos dirigidos a las comunidades de bajos ingresos igual que en tiendas enfocadas a “la clientela fifí”.

Lamentablemente, el éxito de los productos agropecuarios mexicanos podría verse afectado ante la posible imposición de aranceles a estos y otros productos de alto valor agregado que se venden, y muy bien, en Estados Unidos.

El motivo es la necedad del presidente de México por imponer políticas energéticas que violan los compromisos del país con sus socios comerciales, Estados Unidos y Canadá, en el tratado de libre comercio de América del Norte. Su filosofía fallida intenta devolver el dominio del mercado en las industrias eléctrica y petrolera a entidades públicas ineficientes, descapitalizadas y, por tanto, incapaces de abastecer las necesidades del país.

Desde hace año y medio, Estados Unidos desplegó negociadores de primer nivel para tratar de convencer a López Obrador sobre los riesgos de sus políticas inadecuadas, especialmente al discriminar el acceso al mercado a las empresas estadounidenses y canadienses que han invertido en energías renovables. Diplomáticos, intelectuales, académicos, y personas con profundo conocimiento técnico advirtieron sobre el mal derrotero por el que va país.

Como es costumbre, el Presidente cree que los mareos que le da a sus simpatizantes en las mañaneras también atarantarán a los socios comerciales. Pero, como él dice, “¡pues nooo!” Ya los vecinos del norte solicitaron la discusión de esta controversia y de no haber arreglo y de probarse que México violó los compromisos del tratado, que es casi seguro que ocurra, el país podría sufrir la imposición de aranceles compensatorios sobre sus exportaciones en un monto entre 10 mil y 30 mil millones de dólares, según reporta Bloomberg.

Seamos claros, la política energética de López Obrador detuvo 50 mil millones de dólares en inversiones en generación de energía por fuentes renovables, canceló y retrasó permisos y autorizaciones a empresas ya autorizadas para facilitar que el acceso al mercado lo tuvieran las empresas estatales CFE y Pemex.

Este giro dramático de políticas públicas ocasionó que México perdiera el liderazgo que ya había obtenido como el productor de electricidad a través de renovables con el costo más bajo en el mundo, al tiempo que redireccionó la generación de electricidad usando tecnologías altamente contaminantes, como lo es la quema de combustóleo.

Ahora, López Obrador trivializa el problema que se le viene encima al país y a su gobierno, y dice que “no va a pasar nada”. Pero si México pierde la controversia serán miles de productores de autopartes, actores en la industria aeroespacial y el pujante sector agrícola quienes reciban el golpe de los aranceles, así como se afectará a los consumidores que preferimos estos productos al norte de la frontera.

Los demagogos creen que el bombardeo de su mensaje sobre una sociedad mal informada es suficiente para torcer eternamente la realidad, y que sus mentiras rampantes nunca tendrán consecuencias. Pero, como dije antes en este espacio, la falsedad y la verborrea duran hasta que se topan con la realidad. Solo espero que la necedad de un hombre lleno de prejuicios y rencores no lastime el éxito y deje sin empleo a quienes producen y exportan excelentes mercancías a Estados Unidos.

Periodista.
@ARLOpinion

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