Chicago, Illinois. – Los lectores y las audiencias generalmente no toman a bien cuando un “iluminado” sermonea al público con su sabiduría indicando lo que no debe hacerse, sin presentar propuestas, o imponer cómo debe vivir la gente sus vidas. Por ello, hoy quiero compartir mi experiencia del porqué considero que adoptar la micro transportación electrificada es una de las mejores soluciones de movilidad que, al mismo tiempo, ofrecen equidad a las comunidades de ingresos medios y bajos.

En el Estados Unidos de la post guerra se edificó el arquetipo de éxito alrededor del automóvil como medio de transportación, se construyó una red de autopistas interestatales que continúan siendo las arterias donde viajan personas y mercancías en este país, y se descentralizaron las ciudades con la creación de los suburbios, zonas conurbadas con gran espacio, áreas verdes, etc. Este estilo de vida se convirtió en la aspiración social por excelencia, pero con esta característica: la dependencia del automóvil.

Como inmigrante esta idea de “éxito” se convirtió en mi objetivo en el área de Chicago, donde resido desde hace más de dos décadas. Ante el deficiente transporte público, mi movilidad siempre fue en auto y hace una década compré una casa en un suburbio. Es decir, seguí el guion de la fábula estadounidense.

Al depender del auto y con la mala calidad de la alimentación estadounidense experimenté aumento de peso. Un día me regalaron una pulsera que registra el número de pasos que uno da. Para mi sorpresa, algunos días no superaba los 1,500, muy lejos de los recomendados 10,000 por instituciones de la salud. Mi rutina era cambio de asientos. Del sillón de mi casa o del comedor, al asiento del carro, para sentarme frente a mi computadora, y volver a empezar.

No es de extrañarse que el 42 por ciento de los estadounidenses son obesos, y muchos padecen obesidad mórbida. Cuando uno viaja a otras partes del mundo es fácil reconocer a los americanos por la gordura infame que exhibimos. No son unos kilos de más, es un padecimiento que hace de esta sociedad una de las más enfermas del mundo.

No obstante, el concepto del éxito aquí llama a todo tipo de excesos y comportamientos que son, mayormente, nocivos para la salud y el medio ambiente. ¿Quieres un vehículo que refleje tu progreso? Compra una camioneta SUV o una lujosa pick up, opciones caras y pesadas, menos estables en la carretera, consumen grandes cantidades de combustible, y con un costo elevado de seguro y mantenimiento.

Por mi parte, llevo años tratando de cambiar las dinámicas para revertir el deterioro en mi salud que las malas prácticas y hábitos me causaron. Pero mi epifanía llegó el año pasado al visitar Europa, y en particular Ámsterdam, Holanda. Ahí vi una sociedad cuyo transporte público es electrificado en su totalidad, metro, trenes suburbanos y de alta velocidad, así como la inmensa cantidad de gente que se desplaza en bicicleta.

Por supuesto hay autos, algunos de ellos eléctricos o micro autos para dos pasajeros, pero a pesar de que Ámsterdam es una ciudad vibrante no hay una dependencia de las cuatro ruedas, y coincidentemente sus residentes son delgados y saludables.

Con la introducción de vehículos ligeros electrificados como bicicletas eléctricas y scooters, las metrópolis del mundo ofrecen nuevas formas de movilidad a sus ciudadanos. Paris se encuentra en un plan transformador que intenta convertirla en la ciudad más “verde” de Europa, y la micro transportación es uno de los pilares para lograrlo.

Londres padece uno de los peores tráficos, pero también están incentivando el uso de las bicicletas para que sus residentes hagan viajes de distancias moderadas sin emisiones, reduciendo los usuarios en el transporte público y las carreteras.

No obstante, la mejor calidad de vida que he experimentado fue este año en Zúrich y Ginebra, Suiza. La amplia reconversión de infraestructura pública para acomodar espacios destinados a la micro transportación es omnipresente. El auto pierde carriles en las avenidas para dárselos a bicicletas y scooters, y hay menos lugares de estacionamiento en las calles para convertirlos en áreas verdes. Junto con excepcionales opciones de transportación pública, atestiguar que estas ciudades funcionan excelentemente invita al optimismo, al tiempo que son testimonio de que transformar nuestras metrópolis para enfocarlas en la gente y no en los autos es posible y deseable.

Entre otros factores, no es extraño que Suiza y Holanda sean incluidos entre los 10 países donde sus residentes son más felices en el mundo. En esas latitudes, el materialismo y el consumismo pasan al asiento trasero y la gente parece enfocada a un estilo de vida física y mentalmente saludable. Aunque hay que aclarar que ambos países y sus principales ciudades son exitosas económicamente, si bien pueden tener sistemas socializados de salud y altos impuestos, los holandeses y los suizos cobran, y bien, por los productos y servicios que se disfrutan en sus naciones. Es decir, no son el resultado de utopías socialistas rancias.

Para no dejar las vivencias en anécdotas, invertí inicialmente en un e-scooter y una bicicleta eléctrica. Con estas herramientas comencé a trazar las rutas más adecuadas para mi movilidad, en un país y ciudad que no es un ejemplo para la micro transportación. No obstante, me alegra reportar que mis esfuerzos han dado resultado.

Usar mis vehículos electrificados me permite cargar gasolina en mi auto cada dos meses, ahorrando con ello $350 dólares por bimestre, al tiempo que reduzco mi huella de carbono. También, he bajado de peso para colocarme en un rango aceptable que dejó atrás mi silueta de “hombre de malvavisco” por la gordura prevalente que sufría.

Usar la bicicleta permite redescubrir tu ciudad y vecindario, ofreciendo una perspectiva más cercana y humana, notando lugares y situaciones que antes pasaban desapercibidas tras la coraza de cristal y acero que son los autos. En suma, ser usuario de la micro transportación me ha dado beneficios económicos, de salud y gran felicidad.

Con mis más de 25,000 kilómetros recorridos en micro transportación soy un hombre renovado que ha replanteado sus prioridades. A pesar de ser ciudadano estadounidense, de presentarse la oportunidad, emigraría hoy a Holanda o Suiza para profundizar en el exitoso experimento social que son esas grandes naciones.

Si bien no todos los países o lugares podrán ser transformados en paraísos citadinos, vale la pena intentarlo. En las democracias los ciudadanos podemos peticionar a nuestros líderes para adoptar políticas públicas que estimulen la micro transportación como opción de movilidad. Adaptar la infraestructura existente para alojar vías adecuadas para la micro movilidad es viable y mucho más económico que invertir en mantener nuestra dependencia al automóvil. Para ello, solo un ejemplo, la superficie de una calle o avenida donde transitan autos debe ser renovada al menos cada siete años, y con vehículos cada vez más pesados por su tamaño o peso (los autos eléctricos pesan en promedio una tonelada más que sus contrapartes de combustión) el deterioro de las arterias viales es frecuente y costoso. Por su parte, los micro vehículos no dañan la infraestructura vial permitiendo periodos largos sin reparaciones o renovaciones.

A pesar del avance no estoy listo para deshacerme de mi auto, pues es probable que sea útil en condiciones climáticas adversas o para viajes largos. No obstante, la decisión de invertir en opciones de micro movilidad ha sido una de las mejores de mi vida, todo a un costo relativamente bajo y con enormes beneficios.

Así pues, mi historia es solo eso, un testimonio. Usted debe tomar las mejores decisiones para su vida y situación particular. Pero considero importante iniciar una conversación honesta entre seres humanos sobre una opción de transportación que está, y continuará, transformando la vida en las grandes metrópolis del mundo. Y como México es mi patria y siempre está en mi mente y corazón, deseo que sea vanguardia y no retaguardia en el futuro sustentable hacia donde transitamos.

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