Chicago, Illinois. – Según el Presidente de México, “por encima de la ley, está la autoridad moral y política (de él)”. Fustiga a quienes cuestionan su poder, insulta y descalifica para erosionar la credibilidad de periodistas ante su feligresía. Algunos intelectuales se dicen sorprendidos del “giro” que este hombre dio en el poder. Confiesan arrepentimiento por apoyarlo y darle su voto. A estos personajes les pregunto, ¿dónde carajos han estado para sentirse engañados ante las claras tendencias autoritarias del personaje? En el manual del autócrata, desprestigiar a opositores y críticos es prioridad. Cultivar el culto a la personalidad es parte de la estrategia para erigir al “salvador”.

Como antecedente, permítame compartir mi encuentro con López Obrador. El hombre visitó Chicago durante su campaña presidencial en 2012. Llegó a una biblioteca en el vecindario de Pilsen. Como acostumbra, habló hasta el cansancio para succionar el oxígeno y mantenerse el control del mensaje. Cuando llegó el momento de hacer preguntas, no concedió ni una a los representantes de medios profesionales. En su lugar, dio la palabra a una estación de radio comunitaria con cobertura en dos cuadras, y habló con estudiantes y asistentes afines a su línea política. De repente, se despidió y se fue.

Luego de gritar cuestionamientos sin respuesta, la mejor reacción vino de la corresponsal de la televisora con más audiencia. Cuando López Obrador salió volando, una reportera de origen colombiano preguntó: "What the fuck? ¿Cómo piensa este tipo ser presidente de México si no da la cara a los medios?".

Quizá el diseño de plantar incondicionales tuvo un origen ante los acosos del poder cuando el personaje era opositor de cabecera. No obstante, cuando vio que la estrategia era útil decidió hacerla parte de su esfuerzo evangelizador, y abusar del recurso en el poder. Aquí, Donald Trump también fue beligerante con los medios de comunicación y se esforzó en desacreditarlos. En una entrevista dijo cándidamente que la estrategia era dañar su credibilidad y así nadie les creería cuando tuviera prensa desfavorable.

De regreso en México, ¿cómo creer la premisa del combate a la corrupción cuando el que arenga despedaza a los órganos autónomos de fiscalización y se inclina por la opacidad? ¿Por qué mantener la fe en un hombre que prometió pacificar el país, pero cuyo gobierno es el periodo más violento y con más muertos del México moderno?

En días recientes la coyuntura mediática encontró la oportunidad política con la campaña #NarcoPresidenteAMLO ante versiones de un posible financiamiento del narco a su campaña. Por su naturaleza, es imposible rastrear el origen del efectivo convertido en “aportaciones al movimiento”. Sin pontificar si las acusaciones son ciertas, diré que el mecanismo del que este personaje y sus afines han abusado, financiándose con fajos de billetes, hacen a su causa vulnerable a la penetración de todo tipo de intereses.

Quizá en su dogmatismo, el Presidente no se presta a vínculos con las mafias, pero qué hay de sus voceros, recolectores y militantes. Al fluir la liquidez no hay forma de saber si un “empresario” o un “líder” empeñado por la bendición del caudillo recibió o recolectó dinero de fuentes ilegales. Debe quedar claro que independientemente de probar una vinculación con el crimen organizado, López Obrador y su grupo articulan un proceder inherentemente corrupto de financiamiento que, por diseño, evita la fiscalización de los registros de transacciones en el sistema financiero. Abriendo con ello un universo de posibilidades a la ilegalidad y el contubernio. Entonces, son corruptos de origen y adrede.

Otro aspecto que pavimenta la regresión democrática de México es la propaganda rapaz de este gobierno. Con la técnica ensayada para colocar lamebotas en las primeras filas de la mañanera, el Presidente se deleita con elogios, risas, chistes y aplausos. Pero enfurece al escuchar cuestionamientos válidos sobre el fracaso y falta de resultados en su gestión.

Como los niños mal educados, no contesta sobre temas concretos. En su lugar, le da la vuelta, he spins the message, culpando al pasado, encontrando fallas, ciertas o falacias, en la cobertura mediática. ¿Y García Luna?, pregunta. Usa un demonio que salió del poder hace doce años, para evitar responder por la estupidez y total fracaso en los más de cinco que lleva en el poder.

¿Y qué decir de sus querubines? Aquellos que adoran a un ser infalible, todo puro y sabio, en redes sociales o medios tradicionales. Algunos de estos peones indignos hacen acrobacias para justificar la corrupción exhibida en este gobierno mostrada en múltiples reportajes. El servilismo siempre a cambio de migajas del régimen. Unos reciben candidaturas plurinominales y otros un trato especial del gobierno.

Querido lector, no hay ser humano que comparta la uniformidad de pensamiento. En casa, usted tiene diferencias de opinión con su pareja, hijos o padres. La pluralidad es un activo en las sociedades libres. Por ello, desconfíe de los serafines que alaban al poder sin autocrítica, que se contorsionan para justificar lo imposible. Estos sujetos merecen el desprecio y rechazo.

En el pasado compartí en este espacio cómo la transición democrática en México fue un factor que me llevó a emigrar a Estados Unidos. Entonces, pensé que si era por el bien de mi patria lo aceptaba sin miramientos. En mi nuevo hogar trabajé como muchos compatriotas desde abajo, hasta desarrollar una carrera y forma de vida privilegiada. No obstante, en mi juventud, en México, me ofrecieron ser parte de una candidatura palera para legitimar un proceso en un partido político, a lo que me negué causando mi despido inmediato. Antes y ahora prefiero mantener mi integridad ejerciendo una actividad humilde que prestarme a dañar a mi patria, donde están mis seres queridos.

Como un hombre de edad madura sé lo que es vivir bajo un régimen no democrático, conozco el daño que ocasiona un partido hegemónico en las libertades y cómo inhibe la prosperidad de los ciudadanos. Hoy, México va en una ruta claramente regresiva a los logros por los que millones trabajaron hacia un país de leyes y libertades.

En este punto de inflexión histórico lo invito a participar en el proceso electoral entendiendo que lo que está en juego es su porvenir y el de su familia, su vida y seguridad. Un voto por los criminales que niegan la realidad nos acerca a una nación maniatada económica, social y políticamente. Apoyar la continuidad es consolidar el oscurantismo, la mentira, la manipulación y el estancamiento económico. Incluso, si usted cree en las bondades de los recursos en efectivo que se otorga en programas sociales, recuerde esta idea el próximo año en que, sin importar quién triunfe, será necesaria una corrección fiscal mayor. Esto, cortesía de la irresponsabilidad y dispendio del actual presidente.

El hombre que capitalizó el genuino deseo por un cambio ha destruido sistemáticamente a nuestro país. Desde inversiones improductivas (aeropuerto, refinería, tren) hasta la entrega del territorio a grupos delincuenciales. Él cree que está por encima de la Constitución, otros poderes de la Unión, la opinión pública, de usted y de mí. Pero está equivocado, porque con su voto usted contrata y despide a quienes sirven en el gobierno. El poder efectivamente está en el pueblo, pero es un poder y un derecho que debe ser ejercido con sabiduría y en libertad. Vienen tiempos difíciles, pero México es mucha pieza ante cualquier político de cuarta.

Periodista. @ARLOpinion

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