Chicago, Illinois. – En estos mis años de madurez decidí vivir una aventura en un viaje donde recorrí 4,000 millas por carretera. Visité cinco estados de la Unión Americana, admiré maravillas en seis parques nacionales, parques estatales y bosques nacionales. A pesar de que paré en grandes ciudades, el tema fue apreciar la naturaleza en el Oeste de esta nación.

El resultado de los 18 días que pasé como trotamundos me dejaron una mayor apreciación por el planeta que habitamos, y algunas reflexiones sobre cómo las políticas públicas impactan la salud y el bienestar de todos. Comparto mi historia pues estoy profundamente preocupado por las políticas erróneas del gobierno de México. Tal vez sabiendo lo que ocurre en otras latitudes podemos recordar que está en nuestras manos determinar el futuro.

Comencé por el estado de Washington, la entidad que más energía eléctrica produce con plantas termoeléctricas. De ello fui testigo al admirar varias presas en el Parque Nacional North Cascades, cerca de la frontera con Canadá. Quizá por estar rodeado de bosques, ríos y lagos, la conciencia social sobre el cuidado al medio ambiente es palpable. En Washington como en Oregón y California, la adopción de paneles solares en hogares y edificios, la transportación con autos eléctricos, autobuses híbridos, bicicletas y patinetas eléctricas, es abrumadora.

A pesar de sus atributos, Washington no es perfecto ya que aún mantiene una importante industria de refinación de petróleo que es parte relevante de su economía. Así como las emisiones de carbono continúan siendo un problema en California, especialmente en las áreas circundantes a los puertos de Los Ángeles y Long Beach.

No obstante, es palpable que estas entidades consideran en sus agendas de gobierno adoptar energías limpias, modernizar la red de transmisión y distribución de electricidad y educan a su población sobre la conveniencia económica y ambiental de adoptar la electrificación. Con la proliferación de la energía solar, el precio de los paneles solares se ha derrumbado en años recientes haciendo más barata la energía solar que la obtenida por cualquier otro método.

La transformación energética hacia la electrificación es el camino financieramente viable y la única ruta disponible para mitigar el daño ocasionado al planeta. Mis ojos admiraron prodigios naturales, pero también vi suelos secos donde tradicionalmente hay humedad. Presas semivacías en Oregón ilustran la crisis de escases de agua, elemento que favorece los incendios forestales en verano, y afecta en invierno como menos precipitación de nieve sobre picos y glaciares. ¿Qué les depara a los 51 millones de estadounidenses que habitan en el Oeste del país si no tienen suficiente agua para la agricultura y el consumo humano?

En la fase final de mi aventura vi con esperanza la planta solar Ivanpah Solar Electric, ubicada en el desierto en la frontera entre California y Nevada. A pesar de su historial claroscuro, ahí se produce electricidad para casi 200,000 hogares al año con un impacto ambiental mínimo.

Las 4,000 millas que recorrí me enseñaron mucho más que un libro o documental. Los retos que enfrentamos en este mundo requieren la acción conjunta y coordinada de todos, pero en particular de los sectores público y privado -que no son, ni pueden verse así mismos como enemigos. Si bien la perfección no existe, debemos maniobrar en el mundo de lo posible para mantenernos viables y vivos. México se está rezagando tremendamente, pero recuerde: nunca es tarde para corregir el rumbo.


Nota: Si quiere acompañarme en el viaje, acuda a mi cuenta de twitter o busque #4000millas para ver algunos de los sitios fantásticos que tuve la fortuna de visitar.


Periodista.
@ARLOpinion

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