La violencia contra las mujeres y las niñas tiende a exacerbarse en los contextos de las emergencias humanitarias, los desastres y las pandemias, como la que estamos viviendo. Como recordó el secretario General de la Organización de las Naciones Unidas, António Guterres, sabemos que los confinamientos y las cuarentenas son esenciales para reducir el impacto del Covid-19. Pero pueden hacer que las mujeres se vean atrapadas con parejas abusivas. En las últimas semanas, con el aumento de las presiones económicas y sociales y del miedo, hemos visto un estremecedor repunte global de la violencia doméstica.
En México, entre enero y marzo de 2020, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad, 964 mujeres han sido asesinadas (suma de presuntas víctimas de homicidio doloso y feminicidio), lo cual representa un aumento de 8.3% si se compara con ese trimestre de 2019, cuando se registraron 890 víctimas. De acuerdo con esta misma fuente, se registraron 67 mil 81 llamadas de emergencia al 911 relacionadas con incidentes de violencia contra las mujeres y estas aumentaron 20.5% entre febrero y marzo últimos. La misma tendencia al alza en las llamadas de emergencia se observa en las otras formas de violencia: de pareja, familiar, abuso sexual, violación, acoso y hostigamiento, entre otras.
En otros países de América Latina se observa el mismo fenómeno: en Colombia, entre el 20 de marzo y el 4 de abril de 2020, de acuerdo con la Consejera Presidencia para la Equidad de la Mujer se registró un aumento de 51% en los casos de violencia intrafamiliar contra las mujeres. En Río de Janeiro (Brasil), las denuncias por violencia de género se incrementaron 50% durante la cuarentena, según la jueza del fuero de Violencia Doméstica del Tribunal de Justicia de Río de Janeiro. Y este fenómeno no es exclusivo de la región. En mi país, Canadá, las solicitudes de ayuda en un refugio de la zona metropolitana de Toronto han aumentado 400%, y la Policía Regional de York informó un aumento de 22% en los incidentes de violencia doméstica desde que las medidas para quedarse en casa entraron en vigor el 17 de marzo.
El aumento de la violencia contra las mujeres y niñas se ve acompañado, además, de otros factores que limitan el ejercicio pleno de sus derechos, tales como: mayores obstáculos para acceder a servicios esenciales, especialmente de aquellas que están en situaciones de mayor vulnerabilidad o que enfrentan múltiples formas de discriminación; paralización del acceso a la justicia para las sobrevivientes de violencia a medida que las instituciones estatales reducen las operaciones; y falta de acceso a los servicios básicos de salud sexual y reproductiva debido al cambio en las prioridades de atención en el sector salud, entre otros. Es indispensable reconocer la problemática e implementar acciones que garanticen una respuesta eficaz a la emergencia y a la construcción de soluciones duraderas y sostenibles.
Estado y con el acceso a mecanismos de protección que respondan a sus necesidades. En el medio y largo plazo, en México como en el resto del mundo, la eliminación de la violencia de género pasa por la construcción de relaciones sociales y familiares más igualitarias, y por la eliminación de todas las formas de machismo y de discriminación de género. Pero, delante de la emergencia actual, las mujeres y niñas no pueden ser dejadas solas. Reconocemos que el Estado mexicano ha clasificado como esenciales los servicios de atención a las mujeres y niñas que sufren violencia y que se han tomado acciones para reforzar medidas tanto de prevención como atención en la materia.
La magnitud de esta pandemia requiere esfuerzos integrales y conjuntos. Desde distintos programas de las agencias del Sistema de Naciones Unidas se han redirigido recursos para la prevención y atención de las mujeres y niñas. Específicamente, desde la iniciativa Spotlight, cuyo objetivo central es la eliminación del feminicidio, en conjunto con la Unión Europea y el gobierno federal, se destinarán recursos para que las mujeres y niñas en México tengan acceso a servicios esenciales, a la vez que se fortalecen las capacidades institucionales para hacer frente a esta contingencia.