La Marcha de la Lealtad es uno de los acontecimientos trascendentales en la historia del país, que se suscitó el 9 de febrero de 1913, en la que jóvenes cadetes del Colegio Militar, ante la alteración del orden constitucional escoltaron al presidente Francisco I. Madero, del Castillo de Chapultepec a la Plaza de la Constitución, para restaurar la paz de la república.
Algunos de los sublevados al gobierno elegido democráticamente, fueron los Generales federales Manuel Mondragón, Gregorio Ruiz y Cecilio Ocón, quienes enviaron fuerzas a Palacio Nacional, para apoderarse de este edificio por representar la sede del poder ejecutivo federal.
Ante esta revuelta, a pesar de lo difícil que se tornaba la situación, el presidente Madero, conocedor de la historia de lealtad de los hijos del Colegio Militar, de su disciplina y de su honorabilidad, decidió confiarles su custodia en la marcha que hoy se conmemora.
Fue así que, en columna de honor los cadetes del Colegio Militar escoltaron al presidente Madero, con una descubierta protegiendo el frente, tomando Paseo de la Reforma; al llegar a la avenida Juárez y San Juan de Letrán, recibieron disparos, por lo que resguardaron al presidente hasta que la situación se controló, posteriormente, dividieron la escolta en tres columnas, la primera avanzó por la avenida 5 de mayo, la segunda por la calle San Francisco y la tercera por la calle 16 de septiembre.
Una vez que llegaron al Zócalo, los cadetes colaboraron en el desalojo de los rebeldes, despejando el camino para la entrada del presidente a Palacio Nacional; lamentablemente como sabemos, días después se suscitaría la llamada decena trágica, donde perdería la vida Madero y Pino Suárez.
Sin embargo por este hecho, la lealtad demostrada por los cadetes al titular del poder ejecutivo y al Estado mexicano, quedó arraigada como uno de los máximos rasgos que guían el actuar de los integrantes del Ejército y Fuerza Aérea Mexicanos, siendo además, el pilar donde actualmente se cimentan los valores con los que se forma en los planteles de educación castrense a los futuros líderes del instituto armado.
A más de un siglo de este suceso, y ante la nueva realidad que vivimos como nación, vale la pena preguntarnos: ¿qué nos dejó como enseñanza la determinación del representante de la nación para afrontar la situación que alteraba el orden de la república y cuál fue la mayor herencia de la juventud militar con el acto de honor y de lealtad que demostraron?; la respuesta es sencilla:
Por un lado, la acción que tomó el presidente Madero nos reafirma que nadie puede estar por encima de la ley y que ante cualquier circunstancia que altere el orden constitucional, se debe siempre elegir el camino de la justicia y de la legalidad.
Por otro lado, la acción decidida de los cadetes nos deja como legado que para nosotros los militares la lealtad es el compromiso inquebrantable con el que cumplimos con determinación nuestras tareas frente a cualquier tipo de circunstancia.
Este 9 de febrero de 2024, como cada año, celebramos con orgullo un aniversario más de aquella marcha de la lealtad, que por su esencia y su significado, dejó una huella imborrable en la historia del instituto armado y en la memoria colectiva de todos los mexicanos. Hoy como ayer, nuestro país cuenta con un Ejército y Fuerza Aérea leal a México y a sus instituciones.
Jefe de la Sección de Historia de la Dirección General de Archivo e Historia de la Secretaría de la Defensa Nacional.