Si las mujeres tenemos el poder para perpetuar el machismo, también lo tenemos para erradicarlo. Así lo sostengo en mi libro: Dos millones de huevos.

Al hablar de equidad de género se puede decir que han ocurrido importantes avances al respecto, así como en materia de los derechos de las minorías, pero nuestra sociedad continúa arrastrando ciertos estereotipos arcaicos que limitan la construcción de un equilibrio social.

Hace poco, el secretario de Educación, Esteban Moctezuma, en su comparecencia en la Cámara de Diputados, se refirió a la responsabilidad de las madres en el cuidado de sus hijos durante esta pandemia.

¿Por qué mencionar a las madres únicamente? ¿Acaso la crianza de los hijos no es una responsabilidad compartida? Siempre he pensado que la única responsabilidad exclusiva de la mujer es la que ocurre durante el embarazo.

El resto de la crianza es y debe ser compartida. Las mujeres no deben responder solas a la responsabilidad de la educación en casa, pero, desafortunadamente, en la mayoría de las familias la realidad es así.

La Encuesta Nacional sobre el Uso del Tiempo, dada a conocer recientemente por el Inegi y el Instituto Nacional de las Mujeres, revela información de enorme relevancia sobre las existentes brechas de género.

Uno de los datos que más llama la atención es el siguiente: las mujeres dedican 31% de su tiempo al trabajo remunerado y 67% a labores no remuneradas en el hogar. Cuando revisamos esta situación en los hombres, vemos que ellos dedican 69% al trabajo del mercado y un 28% al no remunerado en el hogar.

Urge que logremos un equilibrio de género en muchos aspectos, empezando por el discurso que se exhibe en la sociedad. No podemos esperar a ser un país más equitativo mientras seguimos generando acciones que van en contra de la equidad.

La pandemia ha golpeado múltiples aspectos de nuestra vida, los países no volverán a ser iguales. El empleo tampoco será como lo fue una vez que haya cura y vacuna, cuando podamos retirarnos el tapabocas y nos volvamos a abrazar: el mundo habrá sufrido cambios de enorme relevancia.

Es muy importante que hagamos conciencia de los desequilibrios existentes entre los géneros, porque las sociedades no pueden avanzar mientras sigamos manteniendo acciones y políticas en donde los modelos tradicionales sigan presentes.

Son muchas las mujeres que están construyendo historias de éxito y de enorme relevancia en el mundo, aunque también hay millones que no han podido extender sus alas, por un orden social que se niega a desaparecer. Necesitamos hacer ese cambio.

Está muy bien documentado que cuando las mujeres logran empoderarse se desencadena una serie de efectos muy positivos en la sociedad: crecimiento económico, disminución de la pobreza, más seguridad, impacto positivo frente al cambio climático y fortalecimiento de la democracia.

La contribución femenina es de máxima importancia: somos clave para el progreso y el desarrollo sostenible. Debemos unir nuestro talento y lograr avanzar juntos en esa ruta.

La pandemia es un buen momento para que logremos cambiar la historia y que en las encuestas futuras, los números y porcentajes estén más equilibrados. Si reducimos la brecha laboral de género, nuestra economía se verá beneficiada.

Las mujeres estamos listas para levantarnos y lo estamos haciendo. Ha llegado el momento de que seamos nosotras quienes logremos el cambio, necesitamos sobrepasar las murallas que nos limitan.

Estoy segura de que al hacerlo le enseñaremos al mundo de qué somos capaces.

Empresaria, inversionista de impacto y defensora de los derechos de la mujer

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