En menos de cincuenta días, México tendrá su primera Presidenta de la República acompañada de un gabinete en igual número de hombres que mujeres. De nueva cuenta, el Congreso de la Unión, en ambas Cámaras, alcanzará la paridad de género en sus integrantes. Por su parte, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya es presidida por una ministra. En los poderes del Estado mexicano, pareciera que el derecho constitucional a la paridad ha llegado para quedarse. Mientras tanto, ¿qué pasa con los sindicatos y sus trabajadoras?

La Reforma Laboral de 2019 incluyó la proporcionalidad de género en las directivas sindicales como una acción afirmativa para fortalecer la democracia en los sindicatos, es decir, de la totalidad de las bases trabajadoras afiliadas, la misma proporción de mujeres deberá reflejarse, al menos, en igual número de espacios, en las dirigencias sindicales.

La participación de las trabajadoras en sus sindicatos no es un asunto decorativo ni debe estar limitado a las carteras de acción femenil, equidad, igualdad, inclusión, género o cualquier similar que alguna vez fue innovador o se usó para simular. No solo se trata que los nombres de algunas mujeres completen la toma de nota, la proporcionalidad de género en las directivas sindicales es un medio, no un fin en si mismo.

Entonces, ¿proporcionalidad para qué? Si más mujeres ocupan espacios en los comités ejecutivos, en las comisiones mixtas y en las mesas de negociación colectiva, de entrada, tendrán otro peso muchas de las viejas demandas que, con pocas excepciones de contratos colectivos de trabajo, continúan acentuando las brechas de género: igualdad salarial, prestaciones sociales diferenciadas para mujeres y políticas de cuidados, entre otras que, si se incorporan en el CCT, podrían abonar a una nueva cultura de negociación colectiva con perspectiva de género... ¿Quién, sino las mujeres, podrían proponer y defender en las revisiones contractuales, centros de trabajo con lactarios o licencias iguales de paternidad y maternidad? Mejores condiciones de trabajo para mujeres son un triunfo del sindicato y benefician a todas y todos sus agremiados. Las mujeres no dividen la institución sindical, al contrario, la fortalecen. A los hombres, nos toca acompañar el cambio cultural y respaldar respetuosamente las demandas de nuestras compañeras.

A cinco años de entrada en vigor de la RL2019, de noviembre de 2020 a la fecha, el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral (CFCRL) ha otorgado cerca de 3,400 tomas de nota de renovación de directiva sindical, de las cuales alrededor de 12,500 mujeres de 45,000 trabajadores, ocupan una cartera de dirección sindical. De este número, el nuevo sindicalismo tienen 460 lideresas como Secretarias Generales. En este sentido y con el ánimo de construir entre pares, surge el Observatorio para la Igualdad Sustantiva en los Sindicatos (OISS), un espacio de mujeres, plural y diverso, articulado por lideresas sindicales de distintas centrales, confederaciones, federaciones y sindicatos, para que otras trabajadoras hagan valer su derecho a estar en las directivas sindicales y ser parte de la toma de decisiones en el sindicato.

La paridad no ha llegado al mundo del trabajo. Las organizaciones sindicales deben abonar al proceso de cambio, entendiendo que la proporcionalidad es temporal hasta llegar a la paridad. Para acelerar la transformación sindical, el Estado y las empresas deben hacer lo propio, promover políticas laborales y de empleo que garanticen puestos de trabajo en sectores que, con estereotipos propios de otros tiempos, fueron asignados para hombres. Hoy en día, las mujeres pueden ocupar cualquier puesto de trabajo, incluida la conducción de la Nación. No se trata de una moda, es un asunto de justicia social.

Que las mujeres tomen en sus sindicatos, el lugar que por derecho les corresponde, solo es el primer paso. Esto también abrirá camino para un futuro en el que podamos ver lideresas obreras en los Ayuntamientos, en los Congresos locales, en el Congreso de la Unión, en las instituciones públicas donde se delinean las políticas laborales que benefician o afectan a todos y todas y, ¿por qué no? Una lideresa obrera en la Presidencia de la República.

Coordinador del Diálogo Sindical

Fundación Friedrich Ebert en México

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