El Premio Nacional de Jurisprudencia es la distinción más prestigiosa que se otorga anualmente a los especialistas del ramo. Fue instituido por la Barra Mexicana, Colegio de Abogados A.C. a partir de 1988 y reconoce a quien “sea o no mexicano y sea o no miembro de la Barra, sea o no jurista, que se hubiese distinguido, a juicio de la Junta General, por sus servicios a la sociedad mexicana en general, en cualquiera de las profesiones jurídicas o en cualquiera de los ámbitos de la creación, aplicación, ejercicio, investigación, enseñanza y divulgación del Derecho y de la ciencia de la jurisprudencia”.

El pasado 21 de octubre, la Junta General, después de una inédita mayoría absoluta en la primera ronda de votación, anunció como al más reciente merecedor del galardón al doctor Jorge Alfredo Domínguez Martínez, lo que lo convierte en el primer notario en obtenerlo. Si bien los otros candidatos tenían méritos suficientes, Domínguez Martínez tuvo el respaldo unánime de varias de las escuelas más importantes del país, como la Iberoamericana, la Panamericana, la Libre de Derecho y, quizá, la que marcó el rumbo de la decisión, su alma mater.

De los 36 ganadores que ha tenido el premio —en el 2020 se declaró un empate— dos terceras partes cursaron su licenciatura en la Facultad de Derecho de la UNAM, y casi todos los restantes pasaron por sus aulas ya sea en la realización de posgrados, como académicos o investigadores, lo que revela que la enseñanza jurídica en nuestra Máxima Casa de Estudios, a pesar de los constantes embates, con espurias intenciones, del poder político en turno, se mantiene con los altos estándares que le conceden diversos indicadores nacionales e internacionales.

El destacado nivel de nuestra Facultad subsiste porque siguen resonando en sus aulas las palabras de Antonio Caso, cuando con gallardía defendía a nuestra institución del intento gubernamental de imponer la llamada “educación socialista”. Así, el maestro afirmaba que, si “la universidad adoptara como propia determinada postura ideológica, científica y filosófica, la difusión cultural se convertiría en propaganda, la educación en adoctrinamiento y la investigación, privada del aire de la libertad que le es tan necesario, se transformaría en otra cosa”.

El reconocimiento a Domínguez Martínez, más allá de su indiscutible calidad profesional, su infatigable y vasta labor doctrinal, su amor a la docencia donde mantiene un constante diálogo mayéutico con sus discípulos —sin duda, es uno de los profesores más queridos del Foro— su bonhomía, su ética intachable y sus sólidas convicciones, sin perjuicio de que siempre está abierto a la discusión dialéctica, reafirma, siguiendo a uno de los principales integrantes del Ateneo de la Juventud, cuando meditaba sobre nuestra misión humana, que “toda la vida es un ímpetu, un esfuerzo. (…) No hay virtud que sea débil. (…) La fortaleza no es una virtud especial, sino la condición de toda virtud. Nadie puede superarse, engrandecerse, realizarse sin esforzarse. La vida es una superación, un engrandecimiento, una realización. El virtuoso es por antonomasia el esforzado”.

La concesión del Premio Nacional de Jurisprudencia 2021 a Jorge Alfredo Domínguez Martínez honra a la Barra, distingue al notariado de la Ciudad de México, enorgullece a sus alumnos y, lo más trascendente, enaltece, una vez más, a la comunidad que integra la Facultad de Derecho. Muchas felicidades, querido amigo.

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