La izquierda mexicana y algunos integrantes del partido oficial rompieron lanzas contra Octavio Paz por su discurso del 7 de octubre de 1984 al recibir el Premio de la Paz de la Asociación de Libreros de Frankfurt, donde se pronunció por una solución pacífica al conflicto de Nicaragua, abogó por la propuesta del Grupo Contadora —del que nuestro país era parte— como "única solución racional", y condenó la vía violenta al socialismo del sandinismo.

Según las crónicas de los diarios alemanes, Paz fue interrumpido hasta cuatro veces por los aplausos de los asistentes, sobre todo cuando recordó que la justificación del Estado estribaba en ser un garante de la seguridad ya que "nació para defender al hombre del hombre" y quienes no le exigían esa garantía olvidaban que "los Estados ideológicos son por naturaleza belicosos".

Sin embargo, estas premisas no fueron bien vistas por diversos intelectuales mexicanos e, incluso, desde el Congreso de la Unión hubo voces que lo vituperaron. Así, varios tribunos calificaron a Paz de “mercenario” y de coincidir “con las ideas guerreristas del imperialismo”, y lo condenaron al limbo “de lo más reaccionario, de lo más agresivo, de lo más derechista”.

Dos años después, cuando Paz fue galardonado por el gobierno español con la Gran Cruz de la Orden Civil Alfonso X el Sabio, al tramitar la autorización correspondiente para evitar perder su ciudadanía mexicana “por aceptar o usar condecoraciones extranjeras sin permiso del Congreso Federal o de su Comisión Permanente”, los ataques se incrementaron. El Diario de los Debates del 9 de diciembre de 1986 atestigua lo siguiente:

Luego de certificar que la documentación estaba en orden, Hildebrando Gaytán, del Partido Popular Socialista, declaró: “Este señor ha venido en una situación en que paso a paso sigue definiéndose como un intelectual, ajeno a los intereses profundos del pueblo, que disfraza sus actitudes y en ocasiones a algunos sectores logra engañar, eso es otra cosa; pero si atendemos a lo profundo de los contenidos ideológicos de su cultura y de su actitud política, tenemos que ubicarlo como una persona ajena y enemiga a los intereses del pueblo mexicano y de su movimiento revolucionario nacional. (…) En Octavio Paz hay una actitud veleidosa, y en los últimos tiempos de traición a los pronunciamientos que en política internacional tiene el pueblo de México”.

El botafuego estaba encendido y los ánimos se exacerbaron. Algunos diputados, como Eraclio Zepeda, Eduardo Valle El Búho y La China Mendoza, aunque discrepaban de Paz, defendieron el dictamen aprobatorio: “No es la posición política lo que se está premiando, es su obra que enaltece a nuestra patria, tan necesitada siempre y ahora del enaltecimiento de la inteligencia. Creo que no podemos meternos en una larga discusión sobre algo tan evidentemente importante en nuestra patria como es la libertad de pensamiento”.

Cuauhtémoc Amezcua contratacó: “Nos parece que en este momento no se puede manejar (…) simplemente como un poeta (…) cuando Nicaragua está sufriendo una de las agresiones más violentas por parte del imperialismo norteamericano, Octavio Paz está sirviendo en su calidad de ente político, está sirviendo para alentar esa agresión (…) que denunciamos con toda energía y ese hecho lo debe valorar el pueblo de México”.

El dictamen se sometió a votación y se aprobó por 284 votos a favor y 85 en contra. Paz recibió la condecoración. Hoy Nicaragua es un país en bancarrota, tras 18 años de gobierno de Daniel Ortega, líder del grupo sandinista. En 2022 podrá volver a reelegirse.

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