Al sumergirnos en las noticias del tiempo remoto es posible constatar el dicho de Edward Bulwer-Lytton que señalaba que, mientras existieran los libros, no existiría el pasado. Así, en un ejercicio de esta clase, descubrimos que los periódicos de 10 de diciembre de 1892 reflejaron con parquedad una variedad muy selecta de novedades.
La mayoría de dichos diarios centraba sus preocupaciones en la depreciación de la plata y la resolución que sobre este asunto debía tomarse en la Conferencia Internacional Monetaria de Bruselas; asimismo destacaban, por un lado, la crisis minera que esto suponía y, por el otro, la falta de previsión que México había tenido al respecto. De acuerdo con los pronósticos, los países latinoamericanos serían quienes enfrentarían mayores peligros , pues Estados Unidos y el resto de Europa apenas tendrían que preocuparse por ello, siendo así que sus esfuerzos estaban enfocados en encontrar una solución común más que en resolver asuntos propios de su mercado o moneda.
En otras noticias locales, se daba cuenta del inicio de actividades de la Convención Agrícola, a la par que, paradójicamente, se criticaba la disolución de la Escuela Agraria. Sobre la primera, “El Economista” advertía que su gestación podría traer consigo la fundación de un Banco de Avío Agrícola, lo que ayudaría a resolver los apuros imperantes en este sector; mientras que, sobre la segunda, “El Monitor Republicano” vio en su supresión un intento sistemático por reorganizar las escuelas superiores a la vez que una forma de solventar los apuros económicos.
Sumado a estos acontecimientos, el “Diario del Hogar” pronosticaba la inminente insurrección civil que se desataría contra la reelección presidencial y señalaba puntualmente el papel del Ejército en manos de Díaz, que ejercía un eficiente control inalterable, no tanto para mantener la paz sino para apaciguar las inconformidades y prevenir la organización de las guardias nacionales que, en entidades como Chihuahua, habrían constituido una verdadera amenaza al régimen imperante del dictador.
Dos notas importantes publicadas en este rotativo siguen esa línea; la primera reportaba las sublevaciones en algunos estados del norte y la censura que el gobierno había ejercido para evitar que información sobre ello llegara a los diarios (muy oportuna y necesariamente después de la Rebelión de Tomóchic que había finalizado un par de meses atrás); y la segunda era una traducción del “Globe Democrat”, en la que, a modo de radiografía, se hacía énfasis en que en México no se estaba viviendo una democracia, sino que se encontraba sujeto a la voluntad de un sólo hombre, quien, si bien tenía una encomiable preocupación por la industria y la educación, al hacerse eco de la famosa frase de Luis XIV, “El Estado soy yo”, invariablemente conduciría a una revuelta civil.
Finalmente, como notas curiosas, la prensa se burlaba del yerro de un astrólogo que había anunciado el fin del mundo para días antes e informaba que la droguería La Profesa regalaba almanaques con calendario, elogiados como de buen gusto, y además de suma utilidad, para adentrarse en el final de un año que, muy pronto, daría la bienvenida a otro ciclo, quizá más convulso; del mismo modo, tal como lo atestiguan las páginas de anuncios de “La Voz de México”, se presentaba el Cigarro Joy como un remedio contra el asma pues, según puede leerse, incluso era consumido por enfermos y niños.
Las crisis monetarias y los males epidémicos reaparecen en las páginas de los diarios hoy en día y nosotros vamos, como escribe Fitzgerald , hacia adelante, como botes contra la corriente, incesantemente arrastrados hacia el pasado.
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