El pasado 7 de septiembre se cumplieron 70 años de la muerte de uno de nuestros artistas plásticos mayores, para algunos el más importante. En su recuerdo, el crítico guatemalteco Luis Cardoza y Aragón acuñó la célebre frase “los tres grandes muralistas son dos: Orozco”; Paz la complementó: “Fue el más libre y profundo”.

La obra del jalisciense José Clemente Orozco habla por sí misma. Asombra pensar que la mayor parte de esta la hizo careciendo de una extremidad. Siendo un adolescente sufrió un par de heridas por mezclar sustancias explosivas. Por negligencia, pronto surgió la gangrena que le produjo la pérdida del brazo izquierdo.

Pocas veces se lamentó de esta limitante. En una carta enviada desde Nueva York a Margarita Valladares, su esposa, Orozco, más que quejarse, pedía paciencia ante el cúmulo de responsabilidades: “Aparte del trabajo y de las carreras he tenido que escribir durante la semana más de 25 cartas importantes a gentes de todas partes, esto de escribir cartas es para mí un verdadero problema y suplicio, pero no hay remedio. No he tenido ni tendré descanso alguno, pues el día primero de noviembre próximo, es decir, dentro de 10 días, tengo que ponerme otra vez a pintar paredes y como quieren que esté terminado eso el 1º de enero, tengo que trabajar terriblemente aprisa para cubrir diario, sin descanso, ¡2 m² de fresco! ¡Y todo, absolutamente todo, con una sola mano!”.

Orozco falleció de insuficiencia cardiaca a las seis de la mañana. Todavía un día antes se encontraba dibujando el boceto de un nuevo mural. Fue el primer artista en ser velado en el vestíbulo de Bellas Artes. La ceremonia comenzó desde las primeras horas del día y terminó a las tres de la tarde, también la familia y los amigos le rindieron luto en su domicilio (Ignacio Mariscal 32). El presidente Miguel Alemán y su gabinete formaron parte del cortejo. La ciudad se paralizó y la prensa se volcó en la noticia. Siqueiros y Rivera pidieron que sus restos descansaran en la entonces Rotonda de los Hombres Ilustres. La propuesta fue aprobada, no sin algo de inconformidad por parte de algunos, ya que era legalmente obligatorio esperar cinco años después de la defunción para hacer el traslado al mausoleo. En el Congreso se guardó un minuto de silencio, algunos políticos comentaron que Orozco había hecho dos revoluciones: la armada y la plástica.

EL UNIVERSAL dio un seguimiento detallado de la ceremonia y recopiló las reacciones de diferentes sectores. Rivera dijo: “Orozco plastificó en forma perenne toda la vida y contenido de la patria mexicana, (plasmó) en sus obras todas las características necesarias, desde los mayores defectos, fallas individuales, traiciones, hasta las más altas y supremas cualidades, la resistencia del genio artístico y la enorme capacidad constructora del pueblo”. Siqueiros, por su parte, comentó: “Fue el más grande pintor del más grande movimiento pictórico del mundo”.

Aunque se esperaría una estrecha amistad entre los tres principales expositores del muralismo, la viuda de Orozco refiere que los vio juntos pocas veces: “Sólo una vez se reunieron él, Rivera y Siqueiros en nuestra casa, y fue para ponerse de acuerdo en lo único en que alguna vez lo estuvieron: estipular los honorarios que en justicia debían corresponder a los pintores de su jerarquía por trabajos de pintura mural”. En cambio, sugiere que un verdadero maestro y compañero de gremio para su marido fue el Doctor Atl.

Orozco dejó obras inconclusas: Historia de México, La Primavera (mural que plasmaría en el Multifamiliar Miguel Alemán) y la escultura de un Cristo, obra en la que colaboraría con Mario Pani.

El pueblo se sumó al homenaje: “Muchos millares de personas desfilaron ayer por la capilla ardiente montada en el Palacio de Bellas Artes. Ha sido esta una de las más grandes demostraciones de duelo nacional habidas en los últimos años”.

Su obra y figura fueron controvertidas por los ideales que representaban, a pesar de que Orozco se mantuvo alejado de las disputas ideológicas. A su entierro asistió Pablo Neruda, quien rezó a los pies de la cripta: “Orozco es materia ciclópea de la estructura americana”.

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