En 2020 se estrenó El secreto del doctor Grinberg, documental que ahonda en la vida, las investigaciones y la enigmática desaparición del psicólogo y neurofisiólogo mexicano Jacobo Grinberg. El filme retoma los controvertidos proyectos académicos que caracterizaron la trayectoria del protagonista, en los cuales se entrecruzan la espiritualidad, la ciencia, el chamanismo y las distintas concepciones de la consciencia humana.
El director Ida Cuéllar perfila un científico erudito y riguroso, pero también polémico y apasionado, entregado a sus estudios, amigo de curanderos, aunque descuidado en sus relaciones familiares. Preocupado por desentrañar la relevancia de experiencias como la meditación, la percepción extrasensorial y el conocimiento ritual, postuló que hay un “campo de consciencia” que vincula a todos los seres humanos, el cual podía ser la llave para comprender todos los fenómenos perceptivos desde una orientación científica.
A través de un entramado de testimonios de colegas, estudiantes y parientes, el documental reafirma la idea de Grinberg, según la cual nuestra aproximación a la realidad es necesariamente subjetiva, por lo que para esclarecer los misterios de la mente humana es indispensable explorarla en todas sus facetas, incluyendo cuando está bajo el influjo de sustancias psicotrópicas o trances autoinducidos. Pese al escepticismo de la comunidad intelectual, que desdeñaba sus ideas al no poder evaluarlas de forma convencional, el científico insistió en un enfoque interdisciplinario y en la necesidad de apegarse a una metodología que le permitiera dotar de legitimidad los espacios fronterizos y “secretos” donde anidaba su trabajo. Patrick Harpur escribió: “El secreto es, sobre todo, una manera de mirar. Aunque sea una manera de mirar las cosas que la cultura occidental a menudo ha perdido de vista, es fundamental para aquellas sociedades tribales, preliterarias”.
La expectativa que sus libros e hipótesis despertaron entre los lectores y algunos ámbitos académicos le permitió viajar al extranjero para continuar con su labor, ya fuera como catedrático o como aprendiz. Fue en el punto más alto de su popularidad cuando Grinberg desapareció sin dejar huella. En diciembre de 1994 tenía previsto un viaje a la India, mismo que nunca emprendió y, desde entonces, no se supo más de él. Múltiples especulaciones circularon al respecto, desde las que apuntaban a un crimen pasional perpetrado por su última pareja —él mismo había comentado que temía por su vida debido a sus conflictos maritales—, hasta que había sido secuestrado por una agencia estadounidense interesada en sus investigaciones o que había viajado a otro plano de existencia como parte de su desarrollo espiritual.
El caso caló hondo en ciertos sectores de la sociedad mexicana, al grado que dio pie a un alud de teorías conspiratorias. La tentación de crear narrativas ominosas en torno a un acontecimiento aparentemente inexplicable ha acompañado a la humanidad a lo largo de los siglos, la predilección por las historias tétricas son alimento cotidiano de nuestra imaginación, entre la mentira intencionada y la tácita enmienda habita un mundo de contradicciones que nuestro afán de entretenimiento prefiere ignorar. Como lo expresó Borges, nos deleita “la técnica del anacronismo deliberado y de las atribuciones erróneas”.
Lo trágico del destino de Jacobo Grinberg es que, si algún día se esclarece el enigma de su desvanecimiento, siempre estará marcado por la sombra de la confusión o del olvido.