El nombre de José María Bonales Sandoval yace en el olvido a pesar de que fue uno de los civiles, junto a Cecilio Luis Ocón, Rodolfo Reyes y otros, que con mayor notoriedad conspiró contra el presidente Madero y, en consecuencia, influyó en los primeros acontecimientos que derivaron en la Decena Trágica.
Miembro de una familia adinerada, Bonales nació en 1875 en el entonces territorio de Baja California Sur, donde realizó sus estudios y se licenció con honores como abogado. De carácter explosivo, desde su juventud se vio envuelto en varias reyertas que incluso llegaron a las armas; de todas ellas salió milagrosamente librado. Ireneo Paz relató una de sus andanzas: “A las 8 y media de la noche, el señor José Bonales, que a esa hora llegaba al jardín público, fue llamado por el Lic. Fernando de la Toba, quien tomándolo del brazo lo invitó a salir del jardín. Accedió y habrían dado dos o tres pasos fuera de dicho paseo, cuando de la Toba, saca su pistola y dispara sobre Bonales, atravesándole la levita y el chaleco (…). Dos veces más dispara de la Toba (…); pero tanto el segundo tiro que le pasa entre el brazo izquierdo y el resto del cuerpo (…) no le causan daño alguno”.
El joven litigante pronto se mudó a la capital para ejercer su profesión con relativo éxito. En alguna ocasión logró rebajar la condena de un reo, acusado de lesiones, pues alegó que su cliente era menor de edad. Otro de sus casos más sonados fue el de los hermanos Barreta, sentenciados por homicidio. Bonales logró su libertad aduciendo vicios en la reconstrucción de los hechos. Con esas victorias se fraguó una reputación de “persona abonada como hombre honrado y nunca en casos de acusación presentada contra personas de reconocida honorabilidad. (…) Hay que dar al César lo que es del César”.
Con la llegada de Madero al poder, el abogado apoyó a Bernardo Reyes, participó en su fallida revuelta y se posicionó como gente de su confianza. En consecuencia, huyó a Texas, aunque pronto regresó a la capital como intermediario de dicha facción. Así, concurrió a las reuniones que se celebraban en el Hotel Majestic, propiedad del acaudalado Ocón, donde se planeaba el golpe que propiciaría la evasión de Reyes y Félix Díaz, y la toma de la Presidencia.
A finales de 1912, para granjearse los mayores apoyos, los conspiradores le encargaron a Bonales la defensa de Francisco Villa, quien había caído en desgracia luego de un enfrentamiento con Victoriano Huerta, por lo que fue acusado de insubordinación, desobediencia y robo, y recluido en Lecumberri el 7 de junio.
Durante los casi siete meses que Villa permaneció encarcelado, le envío múltiples misivas a Madero en las que le confirmaba su respeto y le pedía su liberación. A todas ellas, la respuesta era que sería la justicia quien lograría solucionar el conflicto. Poco a poco, Villa perdía las esperanzas y se veía frente al paredón.
Una de las primeras acciones de Bonales fue solicitar el traslado del procesado, “que se le dé un trato preferencial y que se le permita recibir visitas”. Madero accedió y Villa fue transferido a la prisión militar de Santiago Tlatelolco, donde también se encontraba el general Reyes. Dicha petición no fue ocasional, pues se sabía que ahí era mucho más sencillo darse a la fuga. El 25 de diciembre, con ayuda de Carlos Jáuregui, un oficinista del tribunal, el duranguense se hizo de una segueta con la que venció los barrotes.
La intervención del abogado consiguió atemperar el incipiente rencor de Villa contra Madero: “No olvide usted, señor presidente, que soy uno de los hombres que lo llevó al poder en donde se encuentra. (…) Cuido el prestigio de usted, pues he entrado al tiempo de comenzarme a formar hombre y estoy llevando todo con paciencia, pero como le dije antes, esta paciencia únicamente la dominaré un mes, y pasado esto no cuente usted conmigo en ningún término, y en tres meses más verá usted los resultados y vendrá el desprestigio para su gobierno”.
Bonales, con su participación, nos dio una enigmática ucronía: ¿cuál habría sido el resultado histórico si el futuro líder de la División del Norte hubiera permanecido en la cárcel hasta el 9 de febrero de 1913?