Ahora que iniciamos el proceso electoral más grande de la historia en nuestro país, es importante tomar en cuenta que necesitamos hacer un cambio profundo para transformar nuestro sistema democrático.

Tomando como referencia, que la concepción conocida por todas y todos, respecto de ¿qué es la democracia? La respuesta que en automático pensamos es el poder del pueblo, el poder que tiene la sociedad para designar a sus representantes; si bien es cierto, que esto no es totalmente el significado de democracia, (ésta tiene una concepción muy amplia) si lo es en gran parte, porque finalmente, el poder de representación política que otorgamos a través del voto directo, incide en que, los electos popularmente, ya estando en el cargo; ellos, designan a quienes integran las instituciones públicas en toda la nación.

Y todas estas instituciones públicas, que representan al Estado mexicano, finalmente tiene su origen en la voluntad de los ciudadanos y ciudadanas que votan en cada proceso electoral.

Ya se ha dicho, que México no está bien evaluado en su calidad de democracia, pues contamos con un sistema democrático imperfecto, pero sí tenemos la obligación como estado nación, de transformar nuestra débil democracia, hacia una democracia plena, a través de una visión transformadora.

Si reflexionamos, nos daremos cuenta que, en este proceso electoral, contamos con el poder suficiente, para transformar las causas que han hecho ineficiente a nuestra democracia; por otras acciones, que nos lleven a mediano y largo plazo, a proteger el derecho humano a una democracia plena, que realmente garantice la dignidad humana de todo el pueblo mexicano.

Para lograrlo, es indispensable que la sociedad -que conserva la esencia del poder natural sobre la dirección de su país-, asuma su papel con responsabilidad, con honestidad, de manera libre e informada, y pensando en que al momento en que participe activamente en esta contienda electoral, en cualquier etapa en la que actúe, lo haga con el compromiso de erradicar las causas que nos han mantenido en una democracia imperfecta.

La Democracia transformadora tiende a recobrar los valores esenciales que nuestros antecesores, que defendieron la independencia de nuestro país en 1810 y luego en la época de la revolución mexicana, 100 años después, dotaron a nuestra Constitución, de derechos suficientes que el Estado Mexicano debería de garantizar a todo el pueblo; -uno de ellos- a contar con un sistema democrático eficiente y crear las instituciones públicas necesarias para defender una democracia plena.

Esa misma responsabilidad de quienes nos antecedieron en la lucha por la libertad, también entregaron a la sociedad, la responsabilidad de tener el control del poder en su esencia principal y la obligación de defender a la democracia, frente a cualquier adversidad, por ello ahora, es deber del pueblo, transformar la calidad imperfecta de la democracia hacia una democracia plena, con voluntad e inteligencia propia e incluyendo las actuales condiciones que exigen tanto la ONU, como la OEA, a nuestro país, en el cumplimiento de los compromisos internacionales para erradicar las causas que atentan contra la democracia y cambiarlas por acciones que la hagan eficiente.

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