En cada proceso electoral en México, los ciudadanos al ejercer su derecho de voto, al hacerlo tienen diversas opciones: votar por los candidatos de partidos políticos, por un candidato independiente; anular su voto o votar por un candidato no registrado.

En la boleta viene un recuadro donde da la opción para que el ciudadano vote el nombre de cualquier persona, al que la ley le llama candidato no registrado, sin embargo, de acuerdo a nuestro sistema y a los precedentes judiciales y acuerdos del INE, estos votos sirven sólo para estadística, no son nulos, pero no le cuentan a nadie.

Sin embargo, cuando un candidato no registrado recibe más votos que los candidatos que sí están compitiendo, el sistema electoral actual, le niega la posibilidad de asumir el cargo; alegando que no participó oficialmente en el proceso.

Esta barrera al derecho de ser votado, necesita ser revisada y reformada para asegurar una democracia genuina que refleje la verdadera voluntad popular. Ya que en realidad a quien se le está negando ese derecho de ser representada, es a la sociedad y de forma indirecta a ese ciudadano elegido.

La esencia de una democracia auténtica, reside en la voluntad popular. Si un candidato no registrado, recibe más votos que cualquier otro candidato oficial, es claro que la sociedad ha expresado una preferencia legítima y ha desdeñado la oferta política de los candidatos de partido.

En pleno siglo XXI, por qué no pensar en buscar una solución a este derecho genuino de la ciudadanía, es más útil respetar la voluntad popular que seguir sosteniendo criterios decimonónicos, que van en contra del sentido de una democracia constitucional como la que tenemos.

El sistema electoral necesita una reforma que permita a los candidatos no registrados desempeñar el cargo, si obtienen la mayoría de los votos.

Esta reforma no solo garantiza que la voluntad popular se cumpla, sino que también obligaría a los partidos políticos a volver a su esencia natural: representar y responder a las necesidades de la sociedad, ya que al saber que los ciudadano pueden escoger a otros a los que los partidos están promoviendo, se preocuparían entonces, para postular a candidatos rentables para la sociedad y con ellos, que el pueblo no tuviera pretexto de votar por un candidato no registrado, esto es bueno en democracia y en el sistema de partidos.

Los partidos en México han sido criticados por estar desconectados de la ciudadanía. A menudo, seleccionan candidatos basados en intereses internos y cálculos estratégicos, en lugar del verdadero interés público.

Permitir que un candidato no registrado pueda ganar y asumir el cargo, serviría como un recordatorio a los partidos políticos de que deben escuchar y responder a la voluntad de los votantes. De lo contrario, serán superados por candidatos que realmente representan la voz del pueblo.

Y es que este fenómeno se ha dado en varios procesos electorales, el primero de ellos en 1998 en Santander, Tamaulipas, en ese momento, el candidato electo, (candidato no registrado) sí fue reconocido por la autoridad y asumió el cargo, porque no fue impugnado, posteriormente hubo varios candidatos no registrados que obtuvieron más votos que los candidatos oficiales; el último en Rayón, Sonora, en estas elecciones de 2024.

No obstante los tribunales electorales locales, salas regionales y la propia Sala Superior del Tribunal Electoral de la Federación, han emitido resoluciones para negar que un candidato no registrado, asuma el cargo; a pesar de que la ciudadanía lo haya elegido el día de la jornada electoral.

Este criterio lo ha sostenido también el INE, sin embargo, este comportamiento social debe de ser revisado nuevamente y resolverse a través de una reforma legislativa.

Seguir negando el mensaje ciudadano, es no querer avanzar en democracia.

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