Parece que fue hace mucho que se hablaba de una campaña aburrida en los Estados Unidos entre los dos candidatos mas viejos de la historia y quienes ya se habían enfrentado hace cuatro años en las últimas elecciones presidenciales. Ya todo cambió.
Primero, un intento de asesinato al expresidente Donald Trump lo hizo un héroe entre sus seguidores y subió sus posibilidades de ganar a la estratósfera. Una semana después, la convención republicana fue una coronación de su candidatura y un momento de euforia para el partido republicano.
Luego, el presidente Joe Biden decidió suspender su campaña moribunda para la reelección e impulsó a su vicepresidenta Kamala Harris como la nueva candidata demócrata a la presidencia. A la sorpresa de todos, los otros demócratas se sumaron rápido a esta propuesta y se quedó en dos días como la candidata de unidad del partido. Aunque Harris no había sido particularmente popular antes, las encuestas de opinión pública muestran que ahora sí tiene un apoyo masivo entre demócratas y ha generado un entusiasmo que antes no había en su partido.
Las encuestas también nos enseñan que las fortunas de los partidos también están cambiando. Trump llevaba la delantera a Biden en los estados claves de Pennsylvania, Wisconsin y Michigan, que tenía que ganar el actual presidente para asegurar su victoria, pero ahora Harris se está acercando o adelantando a Trump en esos estados y está cerrando la brecha en Arizona, Georgia y Nevada, tres estados que la campaña demócrata había dejado por perdidos. De pronto, el tablero político se ve muy, pero muy diferente.
Eso no quiere decir que Harris le va a ganar a Trump. Sí es muy probable, aunque nada seguro, que logre ganar el voto popular, pero para ganar el Colegio Electoral —la mayoría de votos de los estados— tendría que ganar una combinación de 3 o 4 de estos seis estados claves que están en juego, sin perder a ningún otro de los “seguros”. La vicepresidenta tiene muchas más posibilidades de lograr esto de lo que Biden tenía, y todo parece indicar que la inercia en la campaña la lleva ella, pero mucho puede cambiarse durante tres meses de campaña. En este momento, el respetado analista político Nate Silver le da un 43 por ciento de probabilidad de ganar el Colegio Electoral, mucho mejor que Biden, pero menos que Trump.
Todavía no hemos visto a los dos candidatos juntos en un debate, ni hay muchos días de por medio en el nuevo escenario para juzgar cual será el resultado de este cambio. Harris también tiene en su contra que es una mujer de color —hija de padres inmigrantes de la India y de Jamaica— que le pone una barrera más en su carrera hacia la presidencia en un país que aún no ha tenido una candidata presidencial mujer electa (a diferencia ahora de México) y donde siguen habiendo elementos de racismo importantes. Pero no hay duda que ella ha generado mucho entusiasmo hasta ahora, y que Trump está a la defensiva por primera vez.
Todo puede pasar en los próximos casi 100 días, pero lo que no está en duda es que esta campaña presidencial ya no va a ser nada aburrida. Y las consecuencias de la decisión que toman los votantes estadounidenses en noviembre sobre quien será el próximo presidente o presidenta tendrá un impacto enorme en México también.
Presidente del Instituto de Política Migratoria.
@SeleeAndrew