OPINIÓN EXPRÉS
Hay una gran ironía en que un hombre, Donald Trump , quien se hizo famoso en un programa de televisión en que se dedicaba a despedir a otros, acaba de ser despedido por los electores de los Estados Unidos.
Parecían unas elecciones reñidas, pero no las fueron al final. Joe Biden , el ahora presidente electo de facto, le está ganando a Trump por más de 3 puntos en el voto popular, una cifra que probablemente terminará entre 4 y 5 puntos al final del conteo, y todo parece indicar que Biden tendrá unos 306 de los 538 votos electorales. En todos los estados, se seguiráncontando los votos, uno por uno, hasta llegar al resultado final, y quizás habrá algunos casos legales que resolver después, pero ya no queda duda de quién gobernará el país durante los próximos cuatro años.
Trump llegó a la presidencia hace cuatro años prometiendo el cambio, pero terminó enfrascado en sus odios, revanchas y rencillas, cuestionando, dividiendo y criticando a diferentes grupos, desde inmigrantes mexicanos hasta los generales de las fuerzas armadas, desde los manifestantes en la calle hasta los líderes de su propio partido, desde los periodistas de los medios de comunicación hasta algunos de los artistas y deportistas más famosos del país. Al echar en su contra tantos grupos, no le fue posible repetir la victoria de hace cuatro años y fue, efectivamente, despedido.
Biden y su compañera de fórmula Kamala Harris hacen historia con este resultado. Harris es la primera mujer en ser vicepresidenta, la primera vez que una mujer asciende a uno de los dos puestos principales de elección popular en el país. La hija de un padre jamaiquino y una madre de la India, ella también es muestra de la creciente diversidad del país. Biden, quien buscó la presidencia por primera vez a los 45 años, es ahora el presidente electo más grande en la historia del país a los 77 años.
Para México , este resultado también da un giro importante a la relación con el gobierno del país vecino. Si bien el presidente Andrés Manuel López Obrador aprendió a lidiarse con Trump y sus únicas dos prioridades con México, la contención migratoria y la renegociación del tratado de libre comercio, ahora se abre la posibilidad de un trato más digno entre vecinos y de una agenda más amplia, aunque también más compleja por su amplitud.
Hace un par de horas, escuché las noticias del resultado de las elecciones mientras comía con mis hijos, quienes son ciudadanos de ambos países, en el patio de una taquería mexicana en Washington, DC. En ese momento, no se nos escapó otra ironía de la derrota de Donald Trump: él se va, pero los inmigrantes mexicanos que fueron blancos de sus ataques retóricos cuando él lanzó su campaña inicial, se quedan, juntos con sus hijos y nietos que son ciudadanos de este país, y con su comida y cultura, que cada vez son aún más parte de nuestra cultura compartida en Estados Unidos.
Presidente del Instituto de Políticas Migratorias