Este 2021 se ha caracterizado por ser un importante año electoral en la región latinoamericana.

Este fin de semana se llevó a cabo el proceso electoral en tres países con escenarios muy complejos: Ecuador, Bolivia y Perú.

En el caso de Ecuador, la elección inclinó la balanza hacia el fin del llamado “correísmo”, es decir, del poder de facto que ha ejercido el expresidente Rafael Correa por 15 años. El triunfo de la derecha, a cargo de Guillermo Lasso puso de manifiesto que si bien, Correa fue un extraordinario estratega electoral, el excesivo personalismo de su proyecto, los retrocesos democráticos, el debilitamiento institucional y la falta de alianzas dentro de la misma izquierda, que en su momento concentraron y garantizaron su permanencia en el poder, hoy fueron esos mismos elementos los que estructuraron la derrota de su partido.

Este 11 de abril también se celebraron comicios en cuatro departamentos de Bolivia. El conteo preliminar de los Tribunales Electorales, indica que el Movimiento Al Socialismo (MAS) liderado por Evo Morales, no gobernará en esos 4 ni en la mayoría de los 9 departamentos. La centralización del poder en la figura de Evo y su renuencia a hacer alianzas y permitir nuevos liderazgos en su partido, fortalecieron a la agrupación Jallalla, que le arrebató al MAS el apoyo tradicional de los indígenas aimaras.

Por último, también tocó el turno a los peruanos. Ante un panorama de los más inciertos en su historia, marcado por la inestabilidad política, corrupción, desconfianza y desgaste de los partidos tradicionales, además de una gran cantidad de partidos políticos (18 candidatos fueron postulados) han generado una alta fragmentación del voto, complicando la gobernabilidad, más allá de quien esté en el ejecutivo. Hasta el momento, la segunda vuelta la disputarán Pedro Castillo, líder social de la izquierda, y Keiko Fujimori.

Es momento de que quienes votaremos en algunos meses, como Argentina y México, hagamos un análisis crítico de todas las variables constantes que amenazan la estabilidad y la democracia de nuestra región. La correcta identificación de los partidos y/o candidatos que suponen opciones viables, nuevas y representativas de la sociedad es tarea difícil. Tanto la polarización como la fragmentación social y política abonan a la causa de actores que pueden erosionar la democracia y, a su vez obstaculiza los acuerdos entre poderes, necesarios para la gobernabilidad y estabilidad de nuestro país, de ahí la relevancia de tomar en cuenta las recientes lecciones de las elecciones en la región.

Internacionalista.
@AVZANATTA

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