Actualmente me encuentro fuera de México, al buscar las principales noticias sobre nuestro país me encuentro con los siguientes titulares: “ Sheinbaum se lanza contra Marcelo Ebrard por el plan de seguridad ANGEL”, “ López Obrador asegura que la percepción de inseguridad en México es más alta por culpa de los medios amarillistas”, “Compañías estadounidenses gastan 8% de sus utilidades en blindarse de inseguridad en México “, “ Iglesia Católica propone alternativas para combatir violencia en México “, “Inseguridad en México cuesta a mineras hasta un 10% de producción, ven freno de inversiones”, “ En México 64.2% de la población de 18 años y más considera inseguro vivir en su ciudad”, “Las mujeres son el grupo que percibe mayor inseguridad en México“ “ Estados Unidos pide a Spring Breakers reconsiderar viajar a México por seguridad “.

Más allá, de si los medios generan una mayor percepción de inseguridad, los cierto es que esas son las cosas que se hablan de México, esa es la información sobre la cotidianidad de nuestro país. En el exterior se piensa que los mexicanos se están no sólo preocupando, sino que ocupando de las decisiones que se tomen en materia de seguridad, nosotros sabemos que no es así, pareciera que más allá del momento y de la crítica de café, los mexicanos no ponemos especial atención a conocer y supervisar las propuestas y estrategias para solucionar la problemática más importante que nos afecta y que mantiene en peligro constante nuestra vida e integridad y la de nuestros seres queridos.

Mientras que en la primera semana de julio se registraban 469 asesinatos, estaban iniciando en fast track las “precampañas” rumbo a la presidencia. Hasta ahora, la herramienta más efectiva que tenemos los mexicanos para premiar o castigar a los políticos, es el voto. La reflexión no es otra más que aprovechar la coyuntura electoral para realmente analizar con responsabilidad las propuestas de los candidatos.

Hasta ahora, mal augurio, pareciera que en lugar de hacer un frente común político-ciudadano en contra de la criminalidad, hay una rebatinga en las campañas políticas por demostrar quién es el más ignorante y quién tiene la fórmula mágica para resolver un problema gestado durante décadas y que ha carcomido a través de la corrupción las estructuras del Estado.

Fuera de los tiempos electorales establecidos, Marcelo Ebrard ha presentado el Plan ANGEL, con un gran desplegado mediático y con una presentación que parecía una película de superhéroes, incluso utilizando slogans como en el que asegura que creará “el México más seguro de toda la historia” a través de ocho puntos llamados Avanzadas Normas de Geolocalización y Seguridad, en los cuales el empleo de tecnología es el eje rector, incluyendo el reconocimiento facial, identificación territorial de dónde se dispara un arma, rastreadores, drones, cámaras inteligentes e incluso la aplicación de la inteligencia artificial. Llama la atención la falta de elementos para una reforma policial democrática y el reforzamiento de policías locales, pues recordemos que el empleo de todos estos equipos estará en manos de la Guardia Nacional, la cual es una policía militar con poco compromiso de sus miembros debido a los bajos salarios, malas prestaciones, deficiente equipamiento y poca capacitación. A este plan, aún faltan otras aristas relativas a reformas en reclusorios, sistema judicial y fiscalías, de acuerdo con lo dicho por el excanciller. Poco se saca invirtiendo en tecnología si esto no va de la mano de mejoras en el factor humano, de ausencia de indicadores y controles de eficiencia o protocolos para el uso de la fuerza y supervisión externa, sin la cual este sistema se volvería un riesgo para la privacidad y los derechos humanos.

Aún falta mucho por escuchar y analizar en la carrera electoral, en esta ocasión tratamos el plan ANGEL pues aún no hay más propuestas claras. Lo cierto es que a pesar de que las campañas de bajo nivel se han vuelto lo común, no debemos permitir, ni premiar, tanto en la oposición como en el oficialismo propuestas que banalicen y utilicen con una insoportable levedad la seguridad de los mexicanos., ya que nuestra integridad no es un medio, sino un fin.

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