Ya llegó el espíritu de la navidad y haré un esfuerzo por enfocarme en lo positivo (aunque sea poco). A pesar de que he sido muy crítica de la forma en que se ha llevado nuestra política exterior en los últimos años y, que detecto profundos desafíos, también creo importante reconocer que en el poco tiempo de lo que va de la presidencia de Claudia Sheinbaum, se ha notado un giro positivo, al menos, en las formas.
Lo primero que hay que señalar es que se ha puesto fin al “oscurantismo” del sexenio anterior y a “la política exterior de escritorio”, esa que se hacía sin salir de Palacio Nacional, sin conocer, ni entender el mundo. El expresidente López Obrador solo salió siete veces al extranjero, de esos viajes, cinco fueron hacia Estados Unidos. El primero de ellos, justamente fue con motivo de la celebración de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio (T-MEC) con Estados Unidos y Canadá, ese mismo que hoy se usa como carne de cañón. Las otras dos salidas fueron hacia Centroamérica (Guatemala, El Salvador, Honduras, Belice y Cuba) y la otra, la más lejana hacia Colombia y Chile en el marco de los 50 años del Golpe de Estado de 1973.
De las grandes ausencias del exmandatario resaltan las de las Cumbres del G20, a las que, como en la mayoría de los eventos internacionales, asistió en canciller Marcelo Ebrard. Estar en el G20 no es cualquier cosa, es el grupo de países más poderoso que existe y el espacio estratégico de debate político y económico más importantes del mundo, y sí, ahí está México. La asistencia de un canciller se puede entender por algo extraordinario, pero para los países menos poderosos del grupo es fundamental que sus máximos representantes estén presentes trabajando estratégicamente con los demás líderes en temas prioritarios de su agenda. Por lo anterior, es un buen indicador que la nueva presidenta haya asistido a la Cumbre del G20 del 2024 en Río de Janeiro. Además, su propuesta de destinar el 1% del gasto militar para desarrollar un programa de reforestación fue muy bien recibida. En esta ocasión la presidenta Sheinbaum se ganó la estrella de “tarea cumplida”.
Pero ¿qué hay respecto a la relación con Estados Unidos? Es cierto que la llegada de Donald Trump avizora una difícil relación, una aún más compleja de lo que ya normalmente es esta caótica vecindad. Los nombramientos de Trump, más que formar un gabinete pareciesen integrar un equipo de fuerzas especiales para preparar y enfrentar a un peligroso enemigo. Los primeros misiles ya se lanzaron, la provocativa promesa del incremento del 25% de aranceles, el mensaje es muy claro, el Derecho Internacional para Trump es un libro empolvado que sólo se lee en los organismos internacionales, pero sin ningún efecto en las cuestiones trascendentales de su administración. Aquí va la segunda estrella “tarea bien hecha”, la respuesta serena de Sheinbaum, una respuesta de alta política en la que, sin bravuconerías, con un alto grado de diplomacia e información, dejó clara la responsabilidad que cada país tiene, evidenciando que elevar los aranceles no detendrá la migración ilegal ni el consumo de drogas en Estados Unidos.
La estrella de “sobresaliente” fue merecida por la presidenta de México al diseñar una estrategia poderosísima y letal contra Donald Trump: “no responder”. La regla básica contra todo megalómano y egocentrista fue la que explicó Sheinbaum “responder a cada declaración de Trump no nos ayuda”. Efectivamente, las aclaraciones a cada ocurrencia son una pérdida de tiempo que fortalecen el discurso de Trump y debilitan la personalidad de sus interlocutores.
Así las cosas, las formas de la política exterior mexicana en lo poco que va del sexenio de la presidenta Sheinbaum muestran una mejoría en el discurso y una mayor actividad en el escenario internacional. No niego que también hay algunas líneas que se han conservado en formol (como la petición de perdón a la Corona española) y que podrían ser dignas de una “espantosa x”. También hay otros temas de fondo que afectan a la política exterior y que es fundamental abordar, como lo son seguridad, migración, transparencia, derechos humanos, pobreza, equidad de género, democracia, legalidad…pero de eso hablaré en enero, porque hoy, hoy voy a hablar bien de Sheinbaum.
Felices fiestas