Luego de las recientes elecciones en Brasil, encontramos una América Latina gobernada por diversas “izquierdas” con divergencias endógenas en la forma de ejercer el poder e incluso en los postulados básicos que distinguen a su ideología.
El gobierno mexicano más allá de que ha olvidado el tema de los derechos de las mujeres, de los grupos LGTB+, la despenalización del cannabis, laicidad del estado, etc. enarbola la bandera de la izquierda. Dicha ideología o postura no es condicionante para defender todo aquello que siendo o no, se autonombre izquierda y más en un momento en el cual existen opciones de gobiernos que comparten el eje ideológico pero que no permiten la radicalización, ni ponen en peligro la democracia,
Al día de hoy podemos encontrar en la región latinoamericana gobiernos que han cometido serias violaciones a los derechos humanos y que gobiernan bajo parámetros autoritarios, tanto de izquierda como de derecha. Así tenemos gobiernos que transcienden las ideologías y se identifican con el populismo, abriendo espacios en los que se fractura o se destruye la institucionalidad democrática.
De acuerdo al informe de IDEA Internacional “Estado de la Democracia 2022” el único país de la región con un gobierno autoritario era Cuba, en la actualidad se han sumado Nicaragua y Venezuela. Así también tenemos en un proceso de transición en el Brasil del ultraderechista Jair Bolsonaro .
Es relevante observar hacia qué tipo de “izquierda” se alinea nuestro país y con qué gobernantes tiene afinidad el presidente mexicano. Más allá de subrayar los principios de la política exterior como el de la no intervención y el respeto a la soberanía cuando se pregunta por los casos de Cuba, Nicaragua o Venezuela, es fundamental ser categórico en la condena a las violaciones a los derechos humanos a pesar de que el presidente comparta una línea ideológica con dichos gobiernos. Hace unos días estuvo de visita el presidente chileno, Gabriel Boric, quien busca ser un referente de las nuevas izquierdas progresistas en la región. Durante esta visita el mandatario chileno tuvo una intervención en el Senado en la que declaró que los países latinoamericanos "no podemos mirar para el lado" ante problemáticas como la migración irregular o "los presos políticos en Nicaragua".
Las palabras del presidente de Chile pasaron inadvertidas por el mandatario mexicano, quien más allá de empatizar con ellas, se limitó a decir que “las respetaba”.
La más reciente manifestación de las simpatías del gobierno mexicano se dio con Pedro Castillo, expresidente del Perú. Ya en su momento se le dio protección a Evo Morales tras el golpe en Bolivia. Hoy es más delicado este ofrecimiento de asilo ya que además de siente imputaciones por corrupción Castillo tiene cargos tan delicados como rebelión, grave perturbación de la tranquilidad pública, contra la administración pública en la modalidad de abuso de autoridad, contra los poderes del Estado y el orden constitucional en la modalidad de sedición.
Y si lo delicado de los cargos no fueran contundentes para no otorgar el asilo, los hechos mismos, sí los son. Disolver al Congreso y gobernar con base a decretos, implica eliminar los contrapesos y centralizar el poder en el ejecutivo, anulando cualquier posibilidad democrática de acuerdo al antojo de Castillo, en resumen, tratar de instaura un gobierno autoritario. No conforme con apoyar a Castillo por medio de nuestra representación diplomática, el gobierno mexicano no reconoció a la nueva presidenta Dina Boluarte , ¿quiénes más no la reconocieron? Colombia, Argentina, Bolivia y Colombia.
Es cierto que nuestra tradición de asilo nos ha ganado el aprecio y respeto de pueblos como el español, el argentino o el chileno, pero tampoco se trata de andar ofreciendo nuestro país a cualquiera. De no analizar y cambiar el rumbo de alianzas, la postura del gobierno mexicano se interpretará no como una defensa de la libertad política sino como una complicidad con el autoritarismo y una afinidad personal del presidente con gobernantes corruptos responsables de violaciones a los derechos humanos, pues como reza el refrán dime con quién andas y te diré quién eres.