En los recientes días han proliferado una serie de especulaciones sobre cómo será nuestra relación con EUA bajo el gobierno de Claudia Sheinbaum y su contraparte, ya sea Kamala Harris o Donald Trump.

La mancuerna republicana, conformada por Trump y JD Vance, se antoja la más complicada dada la naturaleza xenófoba, racista y ultraconservadora de ambos personajes, los cuales han expresado abiertamente su desprecio por la migración, por México y su intención de dar al narcotráfico un estatus y tratamiento similar al del terrorismo para justificar una intervención militar en nuestro país.

Por su parte, la dupla Harris y Walz, se ha manifestado a favor de priorizar la diplomacia internacional. Sin embargo, como vicepresidenta, Harris ha enfrentado la difícil gestión de la migración en las fronteras norte y sur de México, lo cual le generó una pérdida de popularidad y obligó al presidente Biden a dar abruptos giros a su postura sobre el tema, como continuar con la construcción del muro, cuya detención había sido una de sus banderas de campaña.

Una de las alertas más importantes que nos sirven como indicador de la difícil situación por la que pasa nuestra relación bilateral, fue la detención hace algunas semanas de dos de los más importantes líderes del Cártel de Sinaloa: El Mayo Zambada y Joaquín Guzmán. No es la primera vez que el gobierno mexicano no sabe lo que ocurre con las agencias norteamericanas en su territorio, así como tampoco lo que hacen sus funcionarios y sus delincuentes. Recordemos que hace algunos años fue detenido en EU, nada más y nada menos que un exsecretario de la Defensa, el general Cienfuegos, luego de 5 años de investigaciones en EU sobre sus vínculos con el narcotráfico, y México no sabía nada. Lo demás ya es historia, se pidió la extradición y se le dejó libre desestimando el expediente y endureciendo las reglas para las operaciones de inteligencia de las agencias estadounidenses.

Esta vez fue el  gobierno de Biden, del cual hace parte Kamala Harris, el que planeó y ejecutó la detención/entrega de ambos líderes del Cártel de Sinaloa, sin decir nada al  gobierno mexicano. Este tipo de operaciones, requieren una estrategia de investigación, planeación  y negociación en ambos lados de la frontera durante semanas o incluso años, el que no exista coordinación con las autoridades mexicanas levanta  varios cuestionamientos, entre los que se encuentran las causas de  la falta de cooperación de ambos países, que van desde la desconfianza de las autoridades de EUA sobre la eficiencia de los sistemas de seguridad del país, la presunción de corrupción e involucramiento de las autoridades en el negocio del narco, hasta el propio interés del gobierno mexicano de parecer no informado y no ganarse la animadversión de un cártel con el que posiblemente había pactado impunidad.

Hasta aquí,  dos temas que hoy en día complejizan más la agenda bilateral: migración y narcotráfico. Dos problemas que ninguno de los dos países han podido controlar y  del que  ambos países  responsabilizan al otro, generando desconfianza, politizando el discurso y securitizando las soluciones.

Así las cosas, más allá de quien esté en el poder o el partido que represente, la relación está fragmentada por temas sin soluciones efectivas que deterioran las condiciones de ambos países y cuya  solución no llegará si cada una de las partes no hace lo conducente en su territorio para ofrecer evidencias que permitan bajar los grados de desconfianza e incertidumbre en su contraparte. Lo verdaderamente grave en la falta de organización bilateral es que se deja  que el control de estas crisis quede en manos de aquellos que  sí tienen redes de cooperación, ganancias compartidas,  y liderazgos claros en ambos lados de las fronteras, por ejemplo: el crimen organizado.

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