Arranca bien el año al prevalecer la independencia del Poder Judicial sobre la preferencia del titular del Poder Ejecutivo, es decir, del presidente López Obrador . Ya decíamos la entrega anterior que hay poca comprensión sobre la división de poderes. Al haber sido electa la ministra Norma Lucía Piña como la nueva presidenta de la Corte, López Obrador volvió a demostrar que la división de poderes le desagrada profundamente.
Declaró: “Si de los 11 ministros, se cuenta con cuatro se asegura que no declaren inconstitucional una ley […] ¿Qué creen que nos pasó? Que de los cuatro que propuse, dos nos dieron la espalda”.
Así el Presidente demostró que cuando manda ternas al Senado para integrar la Corte, lo hace asumiendo que quien resulte electo debe de avalar cualquier iniciativa de su gobierno. No entiende que sus nombramientos los debe hacer pensando en enriquecer la procuración de justicia en el país para todos, no la sumisión a sus designios.
Un gobierno empeñado en acaparar todo se vio acotado. No todo está perdido. Y por ello arrancamos bien el penúltimo año de esta presidencia.
Más allá de que la llegada de la ministra Norma Lucía Piña significa el triunfo de la primera mujer para presidir la corte, la importancia viene de que ella ha sido una ministra profesional e independiente. Es un triunfo de género, pero es mucho más un triunfo para el Poder Judicial.
Pocos días antes de la elección por la presidencia de la Corte, un grupo de amistades especulábamos sobre las probabilidades que tenía la ministra Yasmín Esquivel de ganar la presidencia de la Suprema Corte.
En prácticamente cualquier régimen desarrollado, la acusación, pruebas y respuesta de la ministra Esquivel habría merecido una aclaración expedita, incluso previo a la elección por la presidencia de la Corte. Y a partir de la resolución, acciones.
Si la investigación resolvía que la ministra plagió, el castigo no sería simplemente no ganar la presidencia de la Corte. Significaría la revocación de su título y por ende su expulsión de la Corte. Ni más, ni menos.
Si, por el contrario, la investigación resultara en que todo fue una campaña para tumbar su candidatura a la presidencia, el castigo debiera ser igual de contundente para quienes orquestaron esta campaña en contra de una ministra que, en ese sentido, sería exonerada como intachable.
Pero con un gobierno que ha buscado arrasar con los contrapesos democráticos, existía la duda sobre si la ministra Esquivel iba a ganar la presidencia de la Corte a pesar de los señalamientos y sus pruebas.
Hasta ahora, la UNAM ha dicho que hay una coincidencia del 90 por ciento entre ambas tesis. La primera en publicarse un año antes fue la de Édgar Ulises Báez. Aun cuando ya no ganó la presidencia de la Corte la ministra Yasmín Esquivel, el asunto debe esclarecerse. Si plagió, no puede seguir siendo ministra.
Un gobernante que ha repetido una y otra vez que en su gobierno no se miente; no se roba y no se traiciona ha decidido por anticipado defender a la acusada de plagio y atacar a quien la señaló, de ser un alcahuete. Así se ha referido el presidente sobre el académico Guillermo Sheridan quien ayer dio una elegante respuesta en estas páginas a este señalamiento presidencial.
Felicidades a la Suprema Corte de Justicia por la elección de Norma Lucía Piña, una ministra que ha probado su profesionalismo e independencia. Ahora toca cerrar el círculo llegando hasta las últimas consecuencias respecto al posible plagio de la ministra Esquivel . Si plagió, no puede seguir en la Corte.