Pocos Jefes de Estado en el mundo han visto su popularidad caer a raíz de la pandemia del Covid-19. Angela Merkel en Alemania ha aumentado su aceptación 30 puntos entre la declaratoria de la pandemia por parte de la OMS en marzo a mayo; Justin Trudeau aumentó, en el mismo periodo, 49 puntos porcentuales (estaba en negativos antes de la pandemia, de acuerdo con Morning Consult); y el presidente de Francia, Emmanuel Macron, aumentó catorce puntos.
Por el contrario, el brasileño, Jair Bolsonaro ha perdido 28 puntos porcentuales. Donald Trump se ha mantenido estable. Ganó muy poco al principio de la pandemia pero para mayo se revirtió esa ganancia. Actualmente no ha ganado ni perdido aceptación, a diferencia de lo que le ha ocurrido a todos sus antecesores al enfrentar una crisis. Y en México, Andrés Manuel López Obrador ha perdido de marzo a mayo 3 puntos porcentuales. Es pues, de los pocos Jefes de Estado que ha visto caer su aprobación en medio de la crisis de salud que enfrenta el mundo.
El efecto de patriotismo y unidad que incluso ha generado que los británicos arropen a Boris Johnson, a pesar de que en un principio manejó muy mal la pandemia apostando por la inmunidad de manada, no ha estado presente en México en torno al presidente López Obrador.
Esto quizás explique, más no justifique, lo que está ocurriendo. ¿Está preocupado el presidente López Obrador? En lugar de ocuparse en generar políticas que mitiguen el problema de inseguridad (apenas el domingo 7 de junio se registró el día más violento); el económico y que hagan frente al reto de salud, la respuesta del presidente López Obrador es inventarse teorías de la conspiración y hablar de un golpismo de derecha que lo quiere sacar del poder.
Ayer López Obrador declaró durante su conferencia mañanera que “ya no hay para dónde hacerse: o se está con la transformación o se está a favor del antiguo régimen”. Divide y vencerás, reza el dicho.
Tras esta declaración le pidió al vocero de la presidencia, Jesús Ramírez, que mostrara un documento que les llegó de manera anónima a Palacio Nacional que se llama Rescatemos México, cuya autoría se atribuyó a un Bloque Opositor Amplio, BOA. Según lo leído por el vocero, este BOA quiere promover el desplazamiento de Morena de la mayoría de la Cámara de Diputados en 2021 y revocar el mandato presidencial en 2022.
Al presentarlo, López Obrador dijo que desconoce el origen y la autenticidad del documento. Pero, aun así, el presidente de la República decidió que se le diera lectura en Palacio Nacional y opinar sobre éste dando a conocer nombres de periodistas, empresarios, medios de comunicación e incluso instituciones como el INE, como parte de este complot en su contra. Bien puede ser fake news, que eso, al parecer, es lo de menos. Lo que apenas la semana pasada le pidió el presidente al gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, que no haga acusaciones en su contra sin presentar pruebas, no es un consejo que siga el propio López Obrador. Señala; acusa y no sabe ni la fuente de sus conspiraciones. Ante la falta de resultados del actual gobierno, lo ocurrido en la mañanera de ayer parece un acto de preocupación y desesperación.
Apostilla: La buena noticia es que el presidente López Obrador decidió no ir a ver a Donald Trump en julio. Lo había anunciado como una visita para agradecer la entrada en vigor del TMEC, pero sin duda habría sido leído en Estados Unidos como una intromisión del presidente de México en las elecciones presidenciales de noviembre próximo. Buena y sensata decisión la de cancelar ese viaje.
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