Una de las frases más conocidas del autor de Alicia en el País de las Maravillas, Lewis Carroll, es: “Aquí, tienes que correr a toda velocidad para poder permanecer en el mismo lugar, y si quieres desplazarte a otro… ¡entonces debes correr el doble de rápido!”
Eso mismo debería hacer México: correr para no seguir perdiendo posición en el mundo globalizado de hoy. Y correr más rápido si queremos avanzar y ser un país próspero y desarrollado.
Pero cuando tendríamos que estar corriendo simplemente para no quedarnos atrás, estamos frenando la marcha de manera abrupta. Tan radical, que si el gobierno presenta un presupuesto que no se enfoca en reactivar la economía; en aumentar la productividad sino en regalar dinero a través de programas sociales y en meterle dinero bueno al malo a través de proyectos que sabemos desde ahora no redituarán, éste es recibido con un gran suspiro de alivio. ¡Fiu! No hubo sorpresas desagradables. Los números parecen realistas y hacen sentido. Esa ha sido la reacción ante la propuesta presupuestal que presentó Hacienda para el año próximo.
La inversión para la competitividad y el crecimiento regional del país es todo menos eso. Implica invertir dinero en Santa Lucía y el Tren Maya, ambos proyectos destinados al fracaso. Pero como la inyección de capital es menor a la anticipada, ¡fiu! hay un respiro de alivio. Los recursos para los programas sociales (Bienestar de las Personas Adultas Mayores, el de las personas con discapacidad, Jóvenes Construyendo el Futuro, Sembrando Vida, becas escolares, crédito agrícola y ganadero, por mencionar algunos) será dinero de los contribuyentes para generar una clientela política para el presidente y para Morena. Tomó mucho tiempo quitarle esa cartera que el PRI utilizó durante décadas a su antojo para que ahora, con el argumento de que ellos son distintos, otra vez el dinero se reparta de manera directa, sin intermediarios
En otro de los grandes pilares del presupuesto, la producción petrolera, se prevé que ésta aumente un 13 por ciento. ¿Cómo vamos a producir 13 por ciento más sin el hallazgo de un nuevo yacimiento; sin fracking y sin atraer inversiones nuevas porque el presidente repite una y otra vez que éstas no han servido para nada? Se ve poco probable. Pero como el presupuesto para la construcción de ese elefante blanco que será Dos Bocas fue 17 por ciento menor al esperado, entonces ¡fiu! hay un respiro de alivio. Aunque de todas formas se le asignaron 41.3 mil millones de pesos.
El crecimiento que pronostica Hacienda va de 1.5 a 2.5%. Demasiado bajo para una economía como la mexicana, pero como se anticipa más realista que el 4% en promedio que viene prometiendo el presidente alcanzaremos en el sexenio, entonces ¡fiu! no está tan grave ese pronóstico porque es realista. Sí, qué bueno que se pronostique una inflación controlada; un tipo de cambio razonable y un superávit primario. Es una lógica responsable que al parecer palomeó el presidente. Pero eso es un primer escalón. México tiene enormes carencias. Regalar poco dinero a muchos mexicanos podrá ser, no nada más un motor del consumo interno, también un catalizador de mayor informalidad. Tirar dinero en un tren y un aeropuerto que no van a resolver la conectividad y sentirnos tranquilos porque será poco dinero, pero sigue siendo dinero de los mexicanos tirado a la basura.
No estamos corriendo a la velocidad que requerimos. Estamos ante un gobierno que ha puesto freno de mano y ahora, al presentarse un presupuesto sensato pero pobre, hay una normalización de un presente y un futuro mediocre para México.
Apostilla: ¿Servirá de algo aumentarle 56.5 por ciento el presupuesto a la Secretaría de la Función Pública si su titular, Irma Eréndira Sandoval, excusó, como primera reacción, a alguien como Manuel Bartlett alegando que las propiedades que se le señalan no debían ser investigadas porque las obtuvo antes de trabajar en este gobierno? ¡Ya ni Virgilio Andrade con La Casa Blanca de Peña Nieto! Veremos si realmente se investiga a Manuel Bartlett.