Davos, Suiza.— Como cada año, enero arranca el Foro Económico Mundial en este pueblo remoto de los Alpes al que además de converger mentes brillantes, llegan millonarios, billonarios y la crema y nata de la política.
Davos lleva 53 ediciones y en esta el lema es ‘Cooperación en un mundo fragmentado’. Se da en un ambiente en el que se respira ansiedad ante las crisis permanentes a las que se enfrenta el mundo: permacrisis. Si no es el ataque a la democracia en un país, como sucede en Brasil, es la continua guerra en otro, como es Ucrania, que está a menos de 2 mil kilómetros de estas montañas.
El significado de la guerra de Putin se siente. Ayer habló la primera dama del país, Oleana Zelensky, urgiendo a los países europeos a hacer más por Ucrania para que concluya esta guerra. En otra de las mesas a las que atendí se habló sobre las amenazas a la democracia que viven distintos rincones del mundo. Ya afuera de ese salón me topé con Arancha González Laya, la Decana de la escuela de Relaciones Internacionales de París, platicando con un joven de Venezuela que está construyendo la estrategia opositora a Maduro que ya Juan Guaidó simplemente no entregó. A ellos se les acercó nada más y nada menos que Sviatlana Tsikhanouskaya, la mujer que encabeza la oposición al gobierno de Bielorrusia.
Tsikhanouskaya ganó las elecciones de su país en agosto del 2020, pero el actual dictador, Aliaksandr Lukashenka, simplemente se ha negado a reconocer su derrota.
La posibilidad que da Davos para que dos líderes opositores de países tan diferentes puedan conversar es lo que le da valor a este Foro. Sí, el mundo atraviesa por una permacrisis, pero sin este tipo de encuentros difícilmente se podría lograr romper las inercias que lleven a sus soluciones.
Ediciones pasadas del Foro Económico Mundial han llevado a la creación de organismos como el G20 (1998) o alianzas importantes como Gavi (2000) que veinte años después resultó sumamente importante para la distribución de vacunas en el mundo golpeado por Covid.
Este año veo dos grandes temas en las mesas de discusión. El primero es ¿qué futuro tiene la globalización? Sabemos que la pandemia rompió las cadenas de suministro y que la guerra en Ucrania ha generado una Europa que no quiere depender más de los energéticos rusos. Pero también es evidente que no se puede regresar a ese mundo en el que cada país producía todo por sí mismo. La interdependencia es irreversible. Entonces ¿cómo va a dibujarse una nueva globalización? Lo más probable es que veamos varios bloques de países y no el mundo bipolar de la Guerra Fría, ni el unipolar que le siguió con Estados Unidos como hegemón.
El otro gran tema es la innovación. Por mucho que veamos y suframos los efectos de las redes sociales en nuestras sociedades, la respuesta que veo en la mesa es más innovación y no menos. Innovación desde para combatir el cambio climático hasta para lograr disminuir las desigualdades.
Por más que se critique que el Foro se lleve a cabo en este sitio remoto al cual llegan en sus aviones privados la crema y nata de la política y economía global, Davos sigue siendo el lugar que marca una agenda relevante para el resto del mundo, para el resto del año.