En su última colaboración antes de su lamentable muerte, Carlos Urzúa comparó la inversión que el presidente López Obrador ha decidido hacer para que México logre la autosuficiencia energética y la comparo con la inversión hecha para infraestructura y abasto de agua en el país.
El dinero destinado para producir petróleo en este sexenio ha sido significativamente mayor que el invertido en agua. Y eso nos tiene al borde de quedarnos literalmente secos en la zona centro y norte de México. Pero resulta que las políticas energéticas del actual gobierno no solo no le han dado prioridad a nuestra agua, tampoco a nuestro aire.
En el municipio de Tizayuca, en Hidalgo, se encuentran la refinería Miguel Hidalgo de Pemex y la Central Termoeléctrica Francisco Pérez Ríos. Ambas contaminan muchísimo la zona con emisiones de gases.
Una de las principales razones por las que ya llevamos dos Contingencias Ambientales decretadas en el Valle de México en lo que va del año es que la Central Termoeléctrica en Tula actualmente utiliza combustóleo para generar electricidad y esa no es la mejor opción. De hecho es la peor. Tan mala es para la salud por su elevado contenido de azufre que desde el 2020 ya es un energético prohibido por la Organización Marítima Internacional para que sea utilizado como combustible para barcos cargueros, que eran sus principales consumidores.
El caso de México es diferente. Aquí, el gobierno de López Obrador ha optado por aumentar el consumo del combustóleo para darle alguna salida a todo el que produce Pemex ya que la venta para barcos quedó prohibida. Y en ese aumento del uso de la CFE del combustóleo, la calidad del aire en la Zona Centro ha sido la principal afectada.
Son varios los expertos que le han señalado al gobierno la importancia de sustituir el uso de combustóleo y carbón con gas natural para la generación de electricidad. Con ese simple acto se podrían reducir significativamente las emisiones de gases contaminantes. Esto es una práctica que ya ocurre en gran parte del mundo, sin que impida el desarrollo industrial de los países.
Se producen aproximadamente 117 libras de dióxido de carbono (CO2) por millón de unidades térmicas británicas (MMBtu) equivalentes de gas natural. En comparación son más de 200 libras de CO2 por MMBtu de carbón y más de 160 libras por MMBtu de combustóleo.
Lo lógico entonces sería usar gas natural. Las propiedades de combustión limpia del gas natural han contribuido al aumento de su uso para la generación de electricidad y como combustible de transporte para vehículos de flotas en Estados Unidos, Canadá y otros países desarrollados.
Pero la lógica no es el fuerte de este gobierno. Primero encontró en EUA un comprador de combustóleo cuando el precio del barril de petróleo estaba elevado por la pandemia. Las refinerías estadounidenses cuentan con una planta coquizadora que elimina muchos de los contaminantes del combustóleo y con ello podían producir energéticos a un menor precio. Ahora, con la estabilización de los precios del crudo, ya no están interesados en nuestro combustóleo. Y por ello todo el que produce Pemex se va a la CFE para ser su principal fuente, junto con el carbón, para la producción de energía eléctrica.
El problema es para la calidad del aire de la zona de Tula y del Valle de México. La solución que han dado las autoridades para la mala calidad del aire es que se frene la actividad industrial y la circulación de vehículos según el color de su engomado. Pero esto no sirve para paliar la magnitud de los contaminantes emitidos primero por la refinería y después por la termoeléctrica.
Ya tuvimos el pasado fin de semana contingencia ambiental que duró cuatro días. Vendrán muchas más contingencias en el año. Y esto es una bomba más que está dejando el gobierno de López Obrador a quien lo suceda en la presidencia por una política energética muy equivocada.