Hace menos de un mes fue un escándalo que el líder de la bancada del PAN en el Senado, acompañado de otros de sus colegas se reunieran con Santiago Abascal, el líder de Vox, el partido de ultraderecha de España. El crítico número uno de ese encuentro fue el presidente Andrés Manuel López Obrador quien, ni tarde ni perezoso, fijó su postura desde la tribuna de la mañanera para decir que “vinieron unos extremistas de España, el Vox que se unieron con el PAN porque son lo mismo, nada más que simulaban, los del PAN, de que eran demócratas y no, son conservadores y ultraconservadores, casi fascistas”.
Agregó López Obrador que “hubo un besamanos, una vergüenza, llegaron todos los senadores (del PAN), creo que 16, al besamanos”.
Muy mal esa reunión de panistas. Ni duda cabe que no han entendido nada sobre en dónde está la batalla electoral para ganar votos y pensar que puedan regresar algún día al poder. Está en el centro, no en los extremos.
Sin embargo, tomando en cuenta que esta es la visión del presidente López Obrador, que enaltece la máxima de “dime con quién andas y te diré quién eres” ¿qué podemos decir de su apapacho al dictador de Cuba, Miguel Díaz-Canel; al de Venezuela, Nicolás Maduro; al canciller de Nicaragua que venía en representación de Daniel Ortega?
Para ambos países pidió misericordia. Para Cuba, el fin del embargo estadounidense; para Venezuela, el retiro de las sanciones económicas. ¿Es entonces esto un fuera máscaras de Andrés Manuel López Obrador? ¿Cabe la posibilidad de parafrasearlo y decir: López Obrador es lo mismo que Díaz-Canel, Maduro y Ortega, nada más que simula que es un demócrata y no, es un dictador y un violador de los derechos humanos y la libertad de expresión?
Si nos apegamos a cómo se refirió López Obrador al encuentro de algunos panistas con Vox, la respuesta es sí. Para un hombre que siempre ha dicho que las relaciones exteriores e internacionales no le interesan, lo que vimos desde el 16 de septiembre cuando le dio a Díaz-Canel el trato que ningún otro Jefe de Estado del extranjero había tenido antes, salvo el que tuvo el francés Charles De Gaulle en 1964, y continuó a lo largo de la cumbre de la CELAC, muestra que a López Obrador sí le interesan los temas internacionales y nos dejan verlo de cuerpo entero con quién se entiende y con quién no.
La alternativa es que todo esto fue una estrategia del presidente de México para distraer del desastroso manejo de la crisis migratoria. Fue increíble que en la CELAC se hablara de todo, hasta de una Agencia Espacial de la región, sin que se mencionara el tema migratorio.
Bueno, hasta propuso el presidente que la CELAC conforme una especie de Comunidad Europea en América Latina. ¡Vaya idea viniendo de alguien que constantemente habla de defender la soberanía mexicana! La Comunidad Europea es precisamente la cesión de soberanía económica, laboral y de fronteras.
Apostilla
López Obrador le envió una carta al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, para decirle cómo resolver la crisis migrante que aqueja tanto a su país como a México. Le pidió que aporten los fondos para replicar Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro en los países de Centroamérica. Me imagino que cuando leyó la carta Biden ha de haber dicho: “¡Caray!, ¿cómo no se nos había ocurrido esto antes?… el presidente López Obrador es un genio.” Aunque unos minutos después habría calculado lo que todos sus antecesores. Que dar dinero a los gobiernos de Honduras, Guatemala y El Salvador sólo enriquece a la clase política de esos países sin lograr cambios favorables para sus ciudadanos. Además, ¿cómo podría La Casa Blanca justificar, por ejemplo, darle recursos a un Bukele que se autodescribe como el dictador más cool del mundo mundial en su perfil de Twitter?
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