¿Cuándo acaba la responsabilidad de un exgobernante y cuándo comienza la del entrante? Estas dos preguntas no tienen respuesta clara actualmente. López Obrador asumió la Presidencia hace ya más de cinco años y sigue culpando al pasado por los errores del presente. Si bien no es sensato pretender un cambio de la noche a la mañana, menos aún con décadas de abusos, ¿qué de todas las promesas de López Obrador podemos considerar que fueron mentiras a más de un lustro de su Presidencia?
La primera y más grande mentira es la de regresar al Ejército a sus cuarteles. El no a la militarización de la seguridad pública y el retiro de las Fuerzas Armadas de estas tareas. Esto fue una promesa de Andrés Manuel López Obrador cuando candidato. Una vez en la Presidencia dio un giro de 180 grados. No solo no retiro al Ejército de estas labores sino que les ha dado aún más encomiendas. La más reciente, el manejo de aeropuertos. Y para que no les falten recursos en esta nueva tarea, el gobierno acaba de dar un manotazo en la mesa con el decreto para reducir la TUA en los aeropuertos propiedad de la iniciativa privada y otro para aumentar la contraprestación de sus concesiones. De un plumazo cambió la forma de calcular el retorno al capital y con ello las contraprestaciones de las concesiones pasaron de representar un 5 por ciento de los ingresos brutos a un 9 por ciento.
Para mantener contento al Ejército y a flote su labor al frente de los aeropuertos, López Obrador se ingenia una nueva competencia desleal y comete dos actos arbitrarios que golpean la credibilidad y el atractivo de invertir en México.
Prometió no militarizar al país, pero mintió. Prometió respetar las inversiones y mintió.
A las grandes mentiras de AMLO le podemos sumar la construcción de la refinería olmeca. El Presidente prometió que el costo de Dos Bocas sería de la friolera cantidad de 8 mil millones de dólares. Digo friolera porque para un país con las necesidades y carencias de México, destinar recursos públicos para refinar combustibles fósiles es un sinsentido, como tantas veces se ha señalado. Pero ahora Pemex acaba de informar a la SEC en EUA que ha recibido 17 mil 700 millones de dólares para Dos Bocas. Así que multipliquemos por dos la friolera cantidad de recursos públicos para este proyecto del gobierno de López Obrador.
Todas estas mentiras vienen a colación ahora que el Presidente ha estado repitiendo en sus conferencias mañaneras que es un hombre de palabra y que por ello los trabajadores del Poder Judicial le deben de creer cuando les dice que la cancelación de los fideicomisos no los dañará. Que lo que está haciendo es para acabar con los privilegios de los ministros de la Corte.
Si de acabar con privilegios se trata, quizás sería mejor que comience por los que tiene en casa, o mejor dicho, en Palacio. Me refiero simplemente a uno: el chef personal que tiene en la nómina de Presidencia, Ramón Antonio Torres Morales.
El periodista Alberto Valiente, de Latinus, encontró en Guacamaya Leaks que Torres Morales se encuentra dentro de la estructura de la Secretaría Particular de la Presidencia con un sueldo de 62 mil pesos mensuales.
Todas estas mentiras nos afectan como país. Implican un despilfarro de recursos en un gobierno que se dice austero y nos dejan con los enormes problemas que venimos cargando desde el pasado sin resolver. El golpe para México es por partida doble.