Ken Salazar

es cercano a López Obrador, sin duda. Cercano como quizás ningún otro diplomático estadounidense ha sido con un presidente mexicano. Pero ¿es eficiente?, ¿logra con esta cercanía avanzar la agenda que le preocupa a la Casa Blanca y a los ciudadanos estadounidenses?

A juzgar por las contradicciones entre Salazar y la Casa Blanca, la respuesta es no.

Ken Salazar ha puesto en duda la legitimidad de la elección de 2006 en la que Estados Unidos reconoció y reconoce hasta la fecha el triunfo de Felipe Calderón sobre AMLO y el papel del INE (entonces IFE) como una institución que consolida la democracia mexicana.

Después ha hecho declaraciones en las que parece apoyar que el gobierno de López Obrador quiera replantear y reformar las leyes de la industria energética. Esto es algo que afecta millones de dólares de inversión estadounidense en México.

Salazar también ha tomado partido en favor de AMLO y en contra de los intereses de la Casa Blanca al cuestionar el trabajo y la independencia de la organización Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad, MCCI.

En el texto de The New York Times, Natalie Kitroeff y Maria Abi-Habib hacen un recuento de una reunión entre Salazar y la directora de MCCI, María Amparo Casar, que deja en claro que si por el embajador fuera, USAID dejaría de financiar a la ONG. USAID forma parte del Departamento de Estado y ahí están contentos con el financiamiento a una organización que lo mismo ha publicado investigaciones para destapar corrupción en el gobierno de Calderón, en el de Peña Nieto, y ahora también en el de AMLO.

El embajador le está dando prioridad al acceso que ha logrado en Palacio Nacional sobre su independencia e integridad como servidor público. Esta cercanía con AMLO está golpeando los intereses estadounidenses. Pero el argumento de Salazar para justificarse es que sin sus constantes visitas a Palacio Nacional el discurso y las acciones de López Obrador en contra de los intereses de EU serían más graves.

Algunos dentro del servicio exterior estadounidense piensan distinto. Que su cercanía con AMLO lo ha vuelto irrelevante. Tiendo a pensar que Salazar sigue siendo relevante, pero por las peores razones: porque le da a AMLO la posibilidad de presumir que tiene una buena relación con el embajador de Estados Unidos a pesar de sus innecesarias groserías, como la de esta semana en la que sugirió que quiten la Estatua de la Libertad si es que llegan a encarcelar a Julian Assange.

Es justamente esta declaración de López Obrador lo que derramó el vaso de agua en la Casa Blanca . Platiqué con John Feeley, quien estuvo años en la embajada de EU en México y llegó a ser el número uno cuando Carlos Pascual salió en el sexenio de Calderón. Feeley me comentó que lo publicado por el NYT era un secreto a voces desde hace tiempo en Washington. El artículo tiene la estampa de un aval de la Casa Blanca porque, entre otras cosas, citan a Juan González, el asesor de Biden para América Latina.

El comentario sobre la Estatua de la Libertad, que denota que en EU no hay libertades, vino unas semanas después del desaire de López Obrador a la Cumbre de las Américas que dejó muy mal parado a Biden . Entre ambas acciones de AMLO y las constantes quejas de demasiados sectores estadounidenses que le han reportado a Biden y a González que Salazar está lastimando sus intereses, la Casa Blanca parece estar enviándole un mensaje muy claro a Ken Salazar: este es un momento prudente para retirarse de la embajada en México.

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