La semana pasada vimos una probadita de lo que está por venir en el cierre del actual sexenio. Todo indica que tenemos que prepararnos para tiempos de enorme turbulencia. El Presidente intensificó su guerra contra la Suprema Corte; llevó a cabo su primera expropiación y acusó al gobierno de Biden de ser injerencista en la política en Perú. Lo hizo con poca congruencia ya que fue él más injerencista en la política de ese país al llamar usurpadora a su presidenta, Dina Boluarte.

Esta radicalización de López Obrador podría ser la plataforma ideal para que la oposición se pusiera las pilas y se presentara como la mejor alternativa ante un presidente que ha dicho ¡fuera máscaras!

Pero no. En lugar de ello, del lado de la oposición, cada actor ha decidido radicalizarse también.

En Movimiento Ciudadano decidieron que ahora mismo, a diez días de las elecciones en Coahuila y Estado de México, es el mejor momento para pedir que nadie apoye al PRI.

MC ya había decidido no participar en las elecciones de este año, pero ahora han entrado de lleno en ellas al pintar bardas con el lema de ‘Ni un voto al PRI’. Si, es verdad que el Revolucionario Institucional ha ganado más embajadas que gubernaturas en el sexenio de López Obrador y que por ello es plausible la acusación de que han claudicado convenientemente y por intereses personales en favor de Morena. Pero esta campaña de MC debió de haberse hecho o mucho antes de las dos elecciones en juego este año, o pasadas éstas.

Por su parte el PRI está para llorar. Son la peor marca política, pero bajo el liderazgo de Alejandro ‘Alito’ Moreno no han hecho más que deteriorase. Se han acrecentado las divisiones internas y no han fortalecido las externas. Alito cree que puede hoy decirle a MC que son “esquiroles, esbirros, serviles y lacayos” de Morena, pero cerrar sus insultos diciendo que está abierto, que no quiere cerrar la puerta, a que vayan juntos en el 2024. Si, ajá.

Y en el PAN, Marko Cortés pretende darle la precandidatura solamente a quien logre cumplir con varios requisitos, entre ellos la meta bastante complicada de recabar 1 millón de firmas. Este anuncio logró una nueva división en el PAN. A las acusaciones de que Marko Cortés actúa así simplemente para boicotear a Lilly Téllez vino el cuestionamiento a Creel sobre de dónde viene el dinero para que él pueda apoyar y buscar este millón de firmas.

En lugar de pensar en construir una candidatura común con PRI y PRD, lo que ha provocado la ocurrencia del dirigente del PAN es mayor división.

Ante la radicalización del Presidente, la oposición parece querer cavar anticipadamente su tumba. En lugar de “aprovechar” esta radicalización del Presidente para cuestionarlo sobre los temas relevantes, como ¿por qué le tiene tanto miedo a la transparencia en sus obras insignia? ¿por qué quiere acabar con la división de poderes? ¿por qué quiere el regreso al país donde manda un solo hombre? la oposición desperdicia esta oportunidad para irse a su propia esquina radical.

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