El presidente Andrés Manuel López Obrador está equivocado cuando cree que él no es directamente responsable de los ataques en contra de periodistas y la prensa. Cada vez que su gobierno sale a lamentar un ataque a un periodista —usualmente a través de un twitt que copia y pega el vocero Jesús Ramírez simplemente cambiando el nombre del periodista agredido— López Obrador reafirma que su gobierno no silencia a nadie y no manda a matar a nadie.
Lo que no parece entender el Presidente y quienes lo acompañan en su gobierno, es que nadie está diciendo que él específicamente levanta el teléfono y pide a algún sicario que vaya y asesine a un periodista. Tampoco se le acusa de tomar una pistola e ir a asesinar directamente a nadie. Sin embargo, eso no lo exime de culpas.
Cuando el Presidente dice desde la tribuna que solo él tiene un medio, que es la conferencia mañanera, que si escuchas a Loret, Sarmiento o a Ciro Gómez Leyva , te puede salir un tumor en el cerebro, no se da cuenta que hay quien lo escucha y toma sus palabras de forma literal.
La respuesta del gobierno al atentado en contra de Ciro muestra que el Presidente simplemente no entiende quién es y en dónde está parado. Dice que se solidariza con Gómez Leyva pero inmediatamente después vuelve a lanzarse en su contra y de otros periodistas que según el presidente ganan mucho dinero sin ser ni siquiera inteligentes. Hasta cifra le puso: un millón de pesos al mes o tres millones en el caso de Jorge Ramos de Univisión, pagados no por el ejercicio periodístico sino por venderse a los intereses conservadores. Las cifras son claramente inventadas.
Pero además, el Presidente cree que porque él amasa enormes cantidades de dinero desde hace décadas para su movimiento y para ganar poder, es superior a quien trabaja y gana dinero para con ello hacer lo que más les guste. Se cree equivocadamente puro e impoluto. Siendo el político más poderoso del país, se victimiza al decir que quizás el atentado fue para atacarlo a él. Y recuerda lo que él señala como injusticias que vivió en el pasado por parte de la prensa.
López Obrador ya es Presidente. Es agotador verlo no entender el poder que tienen sus palabras. Si su gobierno se abocara a luchar en contra de la impunidad ante la violencia que nos aqueja, podría de menos decir que algo de su trabajo está haciendo. Pero, como decía líneas arriba, cada periodista asesinado ha ameritado un mensaje en redes repetido y, si acaso, uno o dos minutos de sus conferencias mañaneras. Si Ciro se salvó fue por la camioneta blindada que conducía en ese momento. Es terrible pensar que en México los ciudadanos comunes y corrientes como somos los periodistas requerimos circular en un auto blindado ya que el Estado simplemente no hace su trabajo de procurar seguridad. Hay países en los que ni el Jefe de Estado utiliza auto blindado.
La amenaza al periodismo es lamentable no solamente para los que ejercemos esta profesión. Lo es para la sociedad ya que los medios de comunicación son el vínculo y el contrapeso entre poder y ciudadanía.
Toda mi solidaridad con Ciro Gómez Leyva y su gran trabajo periodístico. Lamento mucho tener un presidente que no sabe dimensionar el poder de sus palabras.