Este 8 de marzo conmemoramos un año más de las luchas históricas de las mujeres. Nosotras hemos luchado por condiciones de igualdad y libertad desde que la humanidad es humanidad; pero es durante la era moderna, especialmente durante los últimos dos siglos, cuando nuestras luchas por una sociedad más justa, equitativa, democrática y libre han tenido mayor trascendencia. Las transformaciones de la sociedad moderna han permitido la incorporación de las mujeres en todos los ámbitos de la vida social, más allá del espacio doméstico y la vida privada. Sin embargo, esta incorporación no ha ocurrido en las condiciones de equidad y reconocimiento pleno de los derechos que todas quisiéramos.
En México, las luchas de las mujeres cada día adquieren mayor visibilidad e importancia. Durante las últimas décadas, hemos logrado reducir las distintas brechas y obstáculos que impiden el pleno disfrute de nuestros derechos. Hemos logrado ocupar y desenvolvernos profesionalmente en espacios de poder y toma de decisiones fundamentales para el presente y el futuro de nuestro país. Estoy convencida que, como mujeres, no importa la humildad de nuestro origen, si poseemos metas claras, valores y principios sólidos, si somos valientes y tenaces, no hay meta que no podamos alcanzar, ni objetivo que no podamos cumplir.
Prueba de esto, es la paridad de género en el Congreso de la Unión, con 50% de mujeres legisladoras que se ha expresado en el conjunto de iniciativas aprobadas para construir un marco jurídico que garantice más derechos para las mujeres y ha permitido desaparecer lastres legales que mantenían prejuicios machistas o impedían el acceso en condiciones de equidad a todos los derechos sociales, económicos, culturales y políticos. Actualmente en el Senado, el 45% de la plantilla laboral son mujeres, y desde la Presidencia de la Mesa Directiva, la primera en la historia con mayoría de mujeres, estoy comprometida con la defensa de nuestros derechos y la equidad de género. Sin embargo, no basta con construir leyes, ahora hay que ejecutarlas, sancionarlas y hacer que la vida de millones cambie.
No creamos que porque algunas hemos llegado a ocupar cargos de gran responsabilidad ya lo logramos todo; aún millones de mujeres enfrentan pobreza, explotación sexual, abandono, desempleo, desigualdad salarial, violencia y falta de oportunidades educativas. Todavía hay quienes nos dicen que no podemos y no debemos, pero nosotras sabemos que si podemos y si debemos seguir luchando con dignidad, honestidad y amor al pueblo.
Es tiempo de las mujeres, pero no todas somos iguales, ni tenemos el mismo proyecto y horizonte. Frente a una campaña de odio y miedo, plagada de bots, calumnias, noticias falsas y propuestas autoritarias por parte de la derecha, la Dra. Claudia Sheinbaum es una mujer con experiencia, carácter, ha demostrado una gran capacidad para tomar atinadas decisiones en momentos de crisis como lo hizo durante la pandemia, el boicot al Metro y la disminución de la inseguridad en la CDMX. Además, sus 100 propuestas para profundizar la transformación tienen especial énfasis en las condiciones de las mujeres trabajadoras de nuestro pueblo. Estoy segura de que será la primera mujer en la historia de México en ocupar la presidencia de la República y desde ahí continuar, todas juntas, con la transformación que ya inicio y nadie podrá detener.