Ya chole de burlas y descalificaciones; de poner la vara baja, afirmando que gobernar no tiene ciencia; de defender a ultranza a los agresores e ignorar a las víctimas; de repartir culpas entre los adversarios y de brindar impunidad a los propios. Ya basta de apostar al odio y a la división para sacar ventaja política.

Aún no comienzan las campañas y ya el tono imperante es de burla y descalificación, de hartazgo y desconcierto al ver candidatos impresentables, ya sea por un proceder inadmisible moral y legal o por su clara inexperiencia para hacer de la política una verdadera herramienta de construcción y transformación, el eje que apueste por las coincidencias para salir adelante en medio de la peor crisis de salud, económica, de seguridad y de gobernabilidad en nuestra historia.

Y ya chole de generalizar. Sí hay oposición que es opción real de trabajo y resultados, porque para eso vivimos en democracia y pagamos impuestos: para que nos representen más allá de los dichos, con hechos. Es el caso de Claudia Anaya, la zacatecana que este año competirá por la gubernatura de su estado y que ha ganado a golpe de congruencia y capacidad, cada uno de los espacios que ocupa, empezando por el de su vida personal.

De inteligencia aguda y extraordinario buen humor, Claudia Edith Anaya Mota jamás se rinde. La actual alumna del doctorado en Administración Pública que imparte el Instituto Nacional de Administración Pública, sufrió un accidente automovilístico cuando tenía 20 años, al salir de un partido de futbol rumbo al trabajo, porque como millones de jóvenes en México, ella combinaba el trabajo con la escuela, para pagar sus estudios.

El accidente le quitó la movilidad, pero no la pasión por la vida. La discapacidad por cuadriplejia le enseñó una nueva manera de vivir; retadora, sí, pero donde el esfuerzo, la creatividad y la inteligencia no tienen límites, como lo demuestran su productividad legislativa o sus intervenciones en tribuna que, gracias a sus argumentos, propuestas y buen humor, han llegado no solo a Zacatecas, sino a cada rincón del país, gracias a las benditas redes sociales.

Claudia Anaya no se rinde. A los 6 meses del accidente regresó a la escuela con la determinación de salir adelante; volvió al trabajo y encontró en el servicio público la oportunidad de servir, sin pretextos y con la honestidad y honradez que la distinguen.

Siete años como servidora pública y doce en el Poder Legislativo, dan cuenta de su integridad y competitividad, pero sobre todo de su vocación por conciliar y alcanzar acuerdos sin filias ni fobias partidistas, por causas y proyectos, porque ella es su más dura jueza.

Claudia, desde Zacatecas, representa a las mujeres y los hombres que no se detienen jamás frente a la adversidad; es ejemplo de vida en lo personal y lo profesional; representante de una minoría que vive discriminación y falta de oportunidades y que no se intimida porque se ha preparado para romper paradigmas, porque nadie le ha regalado nada, porque el camino para llegar a la gubernatura de su estado, está pavimentado con esfuerzo.

La respaldan tres fuerzas políticas, pero sobre todo la cercanía con sus paisanos, su historia y un futuro de esperanzas fundadas, de resultados tangibles, en un México que este 2021 deberá analizar con lupa las trayectorias de quienes aspiren a representarlos, para no volver a equivocarse, para decir ‘ya chole’ a las ocurrencias y las improvisaciones: aspiramos a resultados.

Diputada federal mexiquense.
@AnaLiliaHerrera

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